La nueva jefa de Leonor en el Ejército: su nivel de exigencia hace que la Princesa "la odie"
La heredera completa ya su primer mes en San Javier y se ha enfrentado a situaciones delicadas en lo que se ha convertido en su más exigente etapa castrense. Le han puesto solución.

La Princesa Leonor, en su primer día en la AGA, el pasado 1 de septiembre.
Los focos de la mayoría de edad de la Princesa quedaron atrás. El juramento a la Constitución, los discursos solemnes y los actos se han aparcado. Ahora a Leonor de Borbón le toca la letra pequeña del contrato: madrugones, botas apretadas y más horas de instrucción que de sonrisas protocolarias. Bienvenida a la Academia General del Aire (AGA) de San Javier, donde la heredera de la Corona ha iniciado su última etapa de formación castrense, tal y como les viene contando ESdiario.
El aterrizaje, nunca mejor dicho, ha sido calculado al milímetro por Zarzuela. Leonor pisa una base con 800 cadetes que no distinguen linajes, sino jerarquías castrenses. Allí, la disciplina se impone desde el primer minuto. Su jornada comienza antes de que amanezca, con el toque de diana a las 6:30. A partir de ahí, instrucción militar, formación teórica y práctica en aulas y hangares, y la vida comunitaria en el “rancho”, donde compartirá comedor con sus compañeros, bandeja en mano y sin privilegios visibles.
La hija de Felipe VI alternará materias clásicas como matemáticas, física o navegación aérea con instrucción puramente militar. Aprenderá a marchar, a manejar armamento, a participar en maniobras, y —aunque no pilotará cazas— sí entrará en contacto con simuladores de vuelo. Su día a día tendrá poco de glamour y mucho de rutina castrense: uniforme impecable, horarios rígidos y cero margen para la improvisación.
Lo simbólico no es menor. Leonor está completando el segundo de sus tres años de formación militar, el que la vincula directamente al Ejército del Aire y del Espacio. Tras su paso por Zaragoza, donde se curtió en instrucción básica y en la Armada, San Javier le aporta una dimensión técnica y aérea que redondea su preparación como futura capitán general de los tres ejércitos.
Y en este contexto, la estrategia de la Casa del Rey es clara: mostrar a una princesa que no solo sonríe en los actos institucionales, sino que madruga, estudia y comparte fatiga con sus iguales. Una heredera que se mancha las botas y se gana el respeto dentro de una institución que valora el esfuerzo más que el apellido.
Pero la Princesa Leonor no se enfrenta sola al que, probablemente, sea el tramo más duro de su formación castrense. En San Javier, el Ejército del Aire y del Espacio ha movido ficha y le ha colocado una guía muy particular: una teniente que ostenta el título de ser la primera mujer piloto de Eurofighter en España. Una pionera que, además de instruir, será la sombra de la heredera durante su etapa en la Academia General del Aire.
La decisión no responde a caprichos de protocolo ni a un gesto simbólico: es el propio Ejército quien ha impuesto esta tutela específica porque, según admiten en círculos militares, la exigencia física del Aire es mucho mayor que la que vivió Leonor en Zaragoza, y la Princesa no ha llegado en el estado óptimo de preparación. Tocaba, por tanto, un refuerzo a medida, que se encargue de que, al final de curso, la cadete Borbón sea capaz de volar por sí misma el Pilatus y de cumplir con unos estándares que no entienden de favoritismos.
La misión de esta instructora es doble: enseñar y, al mismo tiempo, garantizar que la heredera supere la presión del cronómetro. Leonor debe concentrar en un solo año lo que otros cadetes asimilan en varios cursos, lo que exige un programa intensivo diseñado para no dar margen al error.
Pero lejos de dramatizar, la Princesa ha sabido reírse de la situación en su círculo más íntimo. Según ha podido saber ESdiario, comenta entre bromas que “odia” a la teniente, aunque siempre “con cariño”. La realidad es que el trato cercano y la complicidad que se va forjando entre ambas están siendo determinantes para que Leonor encaje con naturalidad en un contexto donde la exigencia roza lo extremo.
Lo cierto es que la heredera ha descubierto en San Javier un nivel de disciplina mucho más afilado, en el que no basta con la presencia institucional.
Chismógrafo
Decisión de Zarzuela: la Princesa Leonor, apartada del desfile de la Fiesta Nacional el 12-O
David Lozano