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Bajar el suflé catalán, una estrategia más en el plan de Sánchez

Desde el entorno de Sánchez se muestran satisfechos por el cambio operado en el clima político en Cataluña.

| Esther Jaén España

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Diez años después de que el furor independentista tomase las calles catalanas, allá por el año 2012, ayer se celebraba en Cataluña una manifestación de las menos concurridas que se recuerdan en las que se han producido en los últimos años (150.000 personas asistentes, según informa la Guardia Urbana de Barcelona y 700.000 según los organizadores). Negar que el suflé ha bajado es empeñarse en cerrar los ojos a una realidad que se manifiesta con tanta evidencia como tozudez.

Quizás sea por agotamiento de aquellos que un día creyeron de buena fe que aquello de la Cataluña independiente que la UE iba a acoger con los brazos abiertos; tal vez las continuas disputas entre los representantes públicos del bloque independentista han llevado a muchos de los ciudadanos catalanes que un día creyeron en el proyecto independentista a cuestionarse en manos de quiénes pusieron sus votos y sus expectativas…y sus sueños hoy ya truncados.

Existe también un grupo de pragmáticos que, simplemente, han constatado que a Cataluña no le ha sentado bien la llamada rauxa (algo que podríamos traducir como el arrebato) que dejó por el camino al famoso seny (la traducción más aproximada sería el sentido común) del que, durante generaciones, el pueblo catalán ha hecho gala. Desde entonces, los inversores y las inversiones han disminuido, no pocas empresas -algunas emblemáticas en Cataluña, como La Caixa, hoy Caixabank- han trasladado sus sedes a otros territorios con mayor grado de estabilidad y más certezas,haciéndose eco de ese dicho tan real que se refiere a que no hay nada que más miedo dé al dinero que la inestabilidad política.

 

Las encuestas vienen marcando un lento retroceso del movimiento independentista sucesivamente. Y aunque las urnas, la última vez que hablaron, colocaron una mayoría independentista en el Parlamento catalán, pese a que el partido más votado fuese el PSC, la franquicia catalana del PSOE, parece que, de celebrarse ahora, repetiría en la victoria e, incluso, podría conseguirla algo más holgada, sin lograr gobernar en solitario. El Parlament está fragmentado, pero el independentismo lo está más si cabe. Y esa es una de las bazas por las que ha apostado y seguirá apostando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Desde el entorno de Sánchez se muestran satisfechos por el cambio operado en el clima político en Cataluña. Parece que Gobierno y ERC están de nuevo a partir un piñón. Una relación que ha costado tiempo y esfuerzo sacar adelante, pero con la inestimable ayuda de esa mezcla de mosca cojonera y caballo desbocado, que es la parroquiade Junts, ERC ha hecho de la necesidad virtud y ha establecido vínculos sólidos con los socialistas catalanes, además de con los Comunes.

El president, Pere Aragonés, no tiene más remedio que seguir “durmiendo con su enemigo”, que es cualquiera de las facciones de Junts, pero ya sabe que esa unión seguirá acarreándole disgustos hasta que las elecciones los separen, porque antes no va a haber nadie que se mueva del Gobierno catalán, ya que fuera hace mucho frío.

 

Descartada ya cualquier colaboración con los de la CUP, Aragonés se apoyará para los presupuestos en los Comunes y es posible que, en esta ocasión, también participe el PSC, con el que han podido revertir la sentencia del 25% del catalán en los colegios de dicha Comunidad, por ejemplo. El PSC, en esta guerra, ha sido brazo ejecutor de un Gobierno, el de Pedro Sánchez, que hoy se felicita por los indultos concedidos a los presos del procés, puesto que entienden que han tenido un efecto balsámico en los encendidos ánimos de buena parte de la ciudadanía catalana.

En el entorno de Sánchez consideran un éxito rotundo esa reducción del “suflé catalán”, que si bien supuso una gran polémica en toda España en un principio, es algo que está prácticamente olvidado y amortizado por el electorado hoy día y, para más detalle, ha supuesto un crecimiento del PSC en las encuestas, mientras que el PP, que con sus 3 escaños en el Parlament,  es una fuerza que corre el riesgo de ser extraparlamentaria, superada por Cs (6 escaños) y ampliamente por VOX (11 escaños).

Lo dijo recientemente en una entrevista el propio Alberto Núñez Feijóoque gobernar se le podía poner muy difícil si no mejoraban los resultados en Cataluña. Y eso lo sabe bien Sánchez. De ahí que no descuide ese flanco, además de poner en marcha otras estrategias, como la operación “Desmontando a Feijóo”. Veremos si eso le conduce hasta su objetivo final, que es mantenerse otros cuatro años al frente del Gobierno.