| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez, en la tribuna del Congreso.
Pedro Sánchez, en la tribuna del Congreso.

Sánchez impondrá un nuevo "sacrificio" al CNI para salvarse él de la quema

Este jueves el presidente del Gobierno afronta un pleno con aires de moción de confianza. Socios y oposición le esperan con un aluvión de reproches de todo tipo. Su soledad ante el espejo.

| Javier Ruiz de Vergara España

Del brillo y el glamour de la elitista cumbre de Davos a la cruda realidad del avispero de la política española. Cuando este jueves a las 9 de la mañana Pedro Sánchez suba las escaleras que dan acceso a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados estará, valga el símil, sentándose en el banquillo político que juzga su estabilidad parlamentaria y, por ende, el futuro de la presente legislatura.

 

La coartada es el no explicado escándalo Pegasus, pero el fin último de sus socios y de la oposición es colocar a líder del PSOE y a su partido ante el espejo que le devuelva la foto fija de la España de mayo de 2022.

Porque cuando acabe su discurso inicial sobre la grave crisis provocada por Moncloa abriendo en canal el CNI y con la entrega a Esquerra de la cabeza de su máxima responsable, Paz Esteban, el presidente solo habrá recogido un apoyo parlamentario, el del irrelevante portavoz del PSOE, Héctor Gómez.

Es más, en el PSOE se tientan a estas horas los machos. Porque esperan que uno tras otro, de izquierda a derecha, todos los portavoces que den la réplica a Sánchez lo hagan con una enmienda a la totalidad a su gestión bajo el brazo.

Con unos matices u otros, en mayor o menor medida, así lo harán desde Cuca Gamarra, Santiago Abascal e Inés Arrimadas; a Pablo Echenique, Gabriel Rufián, Aitor Esteban, Mertxe Aizpurúa o Íñigo Errejón...

 

A pesar del aluvión de críticas y reproches que le aguarda, Sánchez no va a dar en el pleno monográfico ninguna explicación adicional ni sobre el contenido del material que ha sido robado de su móvil particular, ni de si hubo negligencia en su ministro de Presidencia, Félix Bolaños; ni si el Gobierno sospecha de Marruecos como responsable del ataque con Pegasus.

Tampoco piensa aclarar si la responsable del Centro Nacional de Inteligencia le tenía informado puntualmente desde el minuto uno de sus investigaciones sobre los líderes independentistas.

 

Pedro Sánchez y el portavoz del PNV, Aitor Esteban, conversan en el Hemiciclo del Congreso.

 

Sánchez se va a enrocar tanto ante las exigencias del PP y Vox como las de sus propios socios de Frankenstein. No habrá comisión de investigación en el Congreso sobre Pegasus -pese al entusiasmo con el que el PSOE ha apoyado y alargado otras similares contra las cloacas policiales y la Gürtel con Mariano Rajoy en el Gobierno-; ni Moncloa desclasificará documentos del CNI salvo que lo ordene un juez.

Sánchez reiterará en el Hemiciclo que todo lo fía al informe que elabora el Defensor del Pueblo, el socialista Ángel Gabilondo, y a la auditoría interna que le ha sido encargada a a la nueva jefa de los espías, Esperanza Casteleiro.

Eso sí, para escurrir el bulto él, Sánchez impondrá un nuevo sacrificio al CNI en un gesto a su socio más estable y fiable, el PNV. El presidente ya ha trasladado -según fuentes gubernamentales consultadas por ESdiario- que se declarará dispuesto a endurecer los controles judiciales y parlamentarios al Servicio Secreto, una hipótesis que genera profundas reservas en la cúpula de La Casa.

Porque eso significaría que Esquerra, Podemos o Bildu podrán entrar en la cocina de trabajo de los espías desde su nueva posición de privilegio en la Comisión de Secretos Oficiales. El PNV quiere aprovechar la extrema debilidad de Sánchez para lograr su vieja reivindicación de cambiar la ley para facilitar la desclasificación de documentos secretos.

Un anhelo de Frankenstein en su campaña de acoso y derribo a la Corona: poner en almoneda los papeles del Rey Juan Carlos y cada uno de sus pasos en el golpe del 23-F.