| 08 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

El calendario particular de Sánchez desata una "guerra de nervios"

La idea es que del 6 al 12 de noviembre el acuerdo para la investidura esté cerrado. Sin embargo, si no lo estuviera, la presidenta del Congreso fijaría igualmente una fecha para el debate.

| Esther Jaén España

Tras unas semanas de zozobra e incertidumbres en la negociación, Pedro Sánchez y su entorno han puesto en marcha la estrategia que tienen planificada y anotada en el calendario a fin de concluir con el líder del PSOE siendo investido presidente antes del 27 de noviembre.

El primer acto, oculto incluso a los propios, se desarrolló esta semana con el “sorprendente” acuerdo alcanzado entre el PSOE y Sumar. Tanto Sánchez como Yolanda Díaz están empeñados en acabar con la imagen de bronca permanente que dio el Ejecutivo de coalición en la pasada legislatura.

 

De ahí que, más allá de reivindicarse como dos fuerzas políticas diferenciadas, se fijasen como estrategia escenificar un acuerdo basado en mensajes ”en positivo”, como la reducción de la jornada laboral, el compromiso de seguir subiendo el SMI o la puesta en marcha de un Plan de Empleo Juvenil cuya efectividad se necesita como agua de mayo en España, que lleva demasiados años sobrellevando el triste liderazgo entre los países que peores cifras arrojan sobre paro juvenil.

Si en semana y media no se ha anunciado ese acuerdo, probablemente se fíe todo a la guerra de nervios. Cierto es que a Sánchez le va mucho en la negociación, pero también lo es que a Puigdemont, señalan algunos socialistas catalanes, probablemente le va más

El pacto, que estaba cantado, tenía que llegar poco antes de cerrar las conversaciones con el resto de socios, que daría paso a la fase siguiente y que prevén arranque después del acto solemne en el que la princesa de Asturias jurará la Constitución, el próximo 31 de octubre.

Es precisamente el fin de semana posterior el que se dan los negociadores para cerrar flecos pendientes, tanto en lo referente a esa suerte de amnistía, como a los asuntos y exigencias económicas de los futuros socios del Gobierno.

 

Sánchez y Díaz, en la presentación de su acuerdo este martes.

 

La idea es que la semana del 6 al 12 de noviembre el acuerdo para la investidura esté cerrado. Sin embargo, si no lo estuviera, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, fijaría igualmente una fecha para celebrar el debate de investidura, que supondría una dosis más de presión para quienes tengan la tentación de dar una patada al tablero y forzar una nueva convocatoria electoral.

Pedro Sánchez, por el momento, actúa y se comporta como el presidente del Gobierno in pectore, dispuesto a asumir las riendas del Ejecutivo de un momento a otro. Aseguran los suyos que está tranquilo y seguro de lograr su objetivo, que es ser de nuevo el presidente del Gobierno. Sin embargo, esa tranquilidad no se debe a que el acuerdo final esté cerrado, ni siquiera a que haya certeza de que se va a cerrar, por parte de los negociadores, que así lo insinúan.

 

Pero Sánchez, que hasta la fecha se ha revelado como un maestro en la administración de los tiempos políticos, así lo transmite… aunque bien mirado, siempre puede “cambiar de opinión”, arte en el que también ha alcanzado la maestría.

El pacto con Sumar, que estaba cantado, tenía que llegar poco antes de cerrar las conversaciones con el resto de socios, que daría paso a la fase siguiente y que se prevé arranque después del acto solemne en el que la princesa de Asturias jurará la Constitución

Si en semana y media no se ha anunciado ese acuerdo, probablemente se fíe todo a la guerra de nervios. Cierto es que a Sánchez le va mucho en la negociación, pero también lo es que a Carles Puigdemont, señalan algunos socialistas catalanes, probablemente le va más, puesto que, ante una hipotética repetición electoral es muy probable que su capacidad de influencia disminuya o, incluso, desaparezca.

Por otra parte, “su obsesión”, según estas mismas fuentes, por poder repetir como candidato a las elecciones europeas en tanto en cuanto no se aclare definitivamente su situación en España bien puede llevarle a aceptar un acuerdo por debajo de sus pretensiones llegado el momento.