| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Un momento del debate electoral de la Comunidad de Madrid organizado por Telemadrid con los cinco candidatos con grupo parlamentario en la Asamblea
Un momento del debate electoral de la Comunidad de Madrid organizado por Telemadrid con los cinco candidatos con grupo parlamentario en la Asamblea

Todos contra Ayuso que sale airosa del debate electoral en clave nacional

Análisis uno a uno de los cinco candidatos que participaron en el único debate de aquí al 28M que probablemente no movió muchos votos. De la desconocida Jacinto a la agresiva Mónica Gárcía.

| Benjamín López España

Todos contra  Isabel Díaz Ayuso… Así fue el debate electoral de este martes en Telemadrid. Es lógico, es la presidenta, la que gobierna y a la que las encuestas pronostican una posible mayoría absoluta, inexplicable a tenor de la descripción de Madrid que hicieron Mónica García (Más Madrid), Juan Lobato (PSOE), Alejandra Jacinto (UP) e incluso Rocío Monasterio (Vox). Los madrileños piensan otra cosa, al parecer. 

La presidenta madrileña no cayó en la trampa tendida por sus oponentes, sobre todo Mónica García y Alejandra Jacinto: continúas preguntas directas a Ayuso desde la intervención inicial para marcarle el camino y dominar el debate. 

Ayuso, a lo suyo

La candidata del PP no se dio por aludida y se dedicó enviar su mensaje a la audiencia sin alimentar a sus oponentes. No se salió de su estrategia, la que ella misma ha definido: su rival es Pedro Sánchez, no una desconocida Jacinto ni una agresiva Mónica García que intentaba atraer la atención de Ayuso a toda costa. Tampoco un Lobato, extensión de Sánchez en Madrid, que pasó sin pena ni gloria por Telemadrid. El único hombre entre cuatro mujeres, por cierto.

Ayuso fue a lo suyo, dibujando un Madrid como muro de contención contra el “desastre” del sanchismo que sube impuestos, espanta inversiones, legisla contra la libertad, gobierna con los bilduetarras como socios preferentes y saca a los delincuentes sexuales a la calle con leyes ideológicas. 

Mónica García, la más agresiva

Mónica García pecó de tremendismo. Niños sin pediatra, ancianos alimentados con patatas podridas en las residencias, una sanidad pública “desguazada” por el PP, cientos de miles de personas en exclusión social. En definitiva un Madrid prácticamente infernal en el que es difícil no ya vivir sino sobrevivir. El exceso en la crítica resta credibilidad. Trató de sacar a Ayuso de sus casillas mentando a su hermano en varias ocasiones. Ayuso la ignoró una y otra vez. Seguro que la procesión y las ganas de responder iban por dentro.

Jacinto, en busca de protagonismo

Alejandra Jacinto luchó desde el principio contra el anonimato que le persigue como su peor enemigo. “Buenas noches, soy Alejandra Jacinto, candidata de Unidas Podemos…”. La única que consideró necesario presentarse a sí misma. Acusó a Ayuso de condenar a muerte a más de 7.000 ancianos en Madrid durante la pandemia -esó enfadó a la popular por primera vez en toda la noche- y pintó un Madrid desastroso en todos los ámbitos. Buscó el protagonismo a toda costa y protagonizó el momento más tenso del debate al intentar regalarle un libro a Ayuso sobre las residencias…

 

Lo cierto es que probablemente este debate movió muy poco voto; no se cumplieron ninguno de los dos requisitos exigibles para esperar un vuelco o un terremoto electoral: nadie metió la pata en exceso y nadie sobresalió en exceso.

Lobato huyó de la radicalidad de Sánchez

Juan Lobato trató de ser el moderado. Quizás lastrado por la imagen radical de Sánchez, por la marca PSOE, buscó el perfil más blanco y amable, huyó del enfrentamiento y de las palabras gruesas. Difícil recordar algún momento especialmente brillante en toda la noche y difícil también encontrarle una intervención demasiado desafortunada. Pelea por el segundo puesto, aunque en ningún momento se enfrentó o contrapuso sus políticas con las de las otras dos candidatas de la izquierda. 

Rocío Monasterio, entre las críticas a Ayuso y a la izquierda

Rocío Monasterio buscó su sitio. Era difícil. Atacar demasiado a Ayuso no le da rédito, más bien lo contrario, pero sus votantes más fieles exigen que ejerza ese papel. Su obligación, por ideología, era atacar a la izquierda. Lo hizo también, sí, pero sin demasiada contundencia. Dibujó un perfil propio con las restricciones de tráfico en Madrid y sobre todo con la inmigración. Tuvo su momento de protagonismo recuperando una vieja polémica que levantó ampollas en su día: cuánto nos cuesta un MENA. 

 

 Lo cierto es que probablemente este cara a cara a cinco bandas movió muy poco voto a pesar de ver un debate bastante vivo y dinámico para lo que suele ser este formato con tantos candidatos. Víctor Arribas lo condujo con imparcial maestría y aplomo, pero no se cumplieron ninguno de los dos requisitos exigibles para esperar un vuelco o un terremoto electoral: nadie metió la pata en exceso y nadie sobresalió en exceso. 

En esas condiciones el debate favorece al que va por delante en las encuestas con mucha claridad. Ayuso no perdió y por lo tanto ganó. Sus rivales fueron a por ella, ella no arriesgó demasiado y salió indemne. Lo que quería.