| 13 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Imagen archivo de un pueblo del Rincón de Ademuz - DIPUTACIÓN DE VALENCIA
Imagen archivo de un pueblo del Rincón de Ademuz - DIPUTACIÓN DE VALENCIA

Las comarcas de interior descontentas por un transporte público indigno

Un estudio realizado por la Diputación de Valencia y la Universitat de Valencia revela que los ciudadanos de estas zonas, afectadas por la despoblación, se sienten abandonados.

| Sergi Tarazona Municipios

Esta semana pasada Ximo Puig celebraba una nueva línea de AVE Madrid-Valencia que conecta la capital del estado con el ‘Cap i casal’ en apenas una hora y media. Además, durante la mañana de hoy se va a estrenar otra línea más que unirá Madrid y Elche. Es curioso que, hoy, puede ser más fácil que un ciudadano de la Comunitat se desplace a Madrid que no por el interior de su autonomía. El descontento de las comarcas de interior es una reivindicación que viene de largo, pero un estudio llevado a cabo por la Diputación de Valencia y la UV muestra que cerca del 80% de los ciudadanos de estos municipios están altamente descontentos por con el servicio de transporte público que ofrecen las distintas administraciones.

 

El estudio sobre hábitos de movilidad realizado por la Universitat de València y financiado por la Diputació en La Canal de Navarrés, La Serranía, El Valle de Ayora y El Rincón de Ademuz, que recoge a su vez las propuestas de los usuarios para mejorar el servicio. Las encuestas concluyen que, ante la falta de un transporte público digno que les ayude a desplazarse a centros de salud o de ocio, el uso del vehículo privado, como conductor o acompañante, es la opción preferida en un porcentaje altísimo. El problema se acentúa ante las personas jóvenes o mayores sin carné. Hay que recordar que la población en este tipo de lugares suele estar bastante envejecida.

Para que nos hagamos una idea, un ciudadano de la Comunitat Valenciana tarda una hora y media, aproximadamente, en ir desde la estación Joaquín Sorolla hasta Atocha. Sin embargo, si este mismo usuario sale de Valencia Norte con intención de ir, no pongamos un destino muy lejano, a Gandia, el trayecto más rápido es de una hora. Si esta misma persona quiere ir a Moixent, además de que es una línea con una frecuencia aproximada de un tren cada hora, la travesía será de aproximadamente dos horas.

Además, hay que tener en cuenta que el cercanías llega, como lejos, a Moixent, si vamos hacia el sur, y a Vinaròs, si subimos hacia el norte. En muchos casos si alguien quiere ir hacia Alicante o Elche, dos de las ciudades más pobladas de la Comunitat, debería de coger un Media Distancia, mucho más caro que un billete de cercanías y que tarda más que un trayecto Valencia-Madrid.

Estos son los casos afortunados, que, por suerte o por desgracia, tienen un transporte público accesible en sus localidades. Sin embargo, hay municipios en la Comunitat que llegar a ellos utilizando el transporte público es una auténtica odisea.

La realidad de estas comarcas de interior, afectadas por el fantasma de la despoblación, es que el vehículo privado se erige como el medio predominante de transporte en más de un 90% de los casos, en un 76% siendo el propio viajero el que conduce y en el 16% como acompañante. El perfil de viajante es mayoritariamente el del varón de entre 26 y 50 años que estudia o trabaja, mientras que las que menos se desplazan desde estos municipios de interior son las mujeres mayores de 65 años.

Entre el escaso porcentaje de población que recurre al transporte público al no disponer de otra opción para desplazarse, destacan porcentajes como el 93% de usuarios que no dispone de carné de conducir, el 64% de mujeres, el 43% de menores de 25 años y el 43% de estudiantes. Con estas cifras se esboza el perfil del usuario de las líneas de autobús que llegan a estos pueblos, generalmente con escasas frecuencias y utilizadas para ir a trabajar, estudiar, al médico o a realizar visitas

Estos usuarios por obligación se quejan principalmente de las frecuencias de los autocares que llegan a sus municipios, y en menor medida del precio de los billetes y la falta de alternativas. Si el espectro se amplía a aquellos que usarían el transporte público con mejoras en el servicio, la demanda principal, junto al incremento de frecuencias, es la puesta en marcha de líneas de microbuses que conecten los municipios con centros de salud, hospitales y zonas comerciales o de ocio.

Otras propuestas con menor demanda son los taxis rurales a precio razonable y los coches de alquiler compartidos. En general, las reivindicaciones se producen en el contexto de pueblos con una estructura demográfica envejecida, un nivel bajo de equipamiento público con ausencia de residencias para mayores y centros de día, problemas de conectividad digital y necesidad de desplazamiento para aquellas personas en edad de trabajar o estudiar.

Un transporte digno para combatir la despoblación

El problema de la movilidad rural emerge como una de las principales medidas para combatir la despoblación y empieza a ser tenida en cuenta por las administraciones. Estos estudios sitúan la realidad de cuatro comarcas valencianas de interior e invitan a los responsables estatales, autonómicos y provinciales a reflexionar sobre cómo hacer frente al problema y que la movilidad no acabe siendo un obstáculo insalvable a la hora de decantarse por vivir en el medio rural.

Pese a que las competencias en transporte público las tiene la Generalitat, la Diputació de València está dispuesta a destinar recursos que mejoren las frecuencias del transporte intercomarcal “a través de la colaboración institucional y las herramientas oportunas que nos permiten participar en programas autonómicos de distintos ámbitos”, explica el diputado de Desarrollo Rural, Ramiro Rivera.