La pregunta del millón: ¿habrá Pedro Sánchez para rato?
Según los encargados de las encuestas que rodean al presidente del Gobierno, pesa más la losa de los siete votos de Junts en el Congreso que la sombra de la corrupción. No está previsto celebrar elecciones... salvo alguna excepción.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita a Valencia el 23 de enero de 2025.
No se habla de otra cosa: ¿se acerca el final de la legislatura? Los más osados, tanto de la bancada propia como de la rival, ponen como fecha límite el próximo mes de marzo aunque matizan que, pasado este mes, si los idus no han acabado con Pedro Sánchez, "habrá Sánchez para rato".
La derrota parlamentaria del decreto ómnibus (que se ha llevado por delante la revalorización de las pensiones, la subida del Salario Mínimo Interprofesional, SMI, o las ayudas al transporte público, entre otras muchas y variopintas medidas) han encendido las alarmas de unos y otros ante la posibilidad de que, finalmente, el presidente del Gobierno decida tirar la toalla y convocar elecciones. Empiezan a echar cuentas, pero dicen algunos de sus más cercanos que esa es una liebre que el presidente ha querido soltar.
Aseguran también en el entorno de Sánchez que no está previsto celebrar elecciones. El propio Sánchez lo aseguraba en un corrillo con periodistas, hace apenas un mes, pero los continuos cambios y el «correctivo» aplicado por Junts al Gobierno es una losa muy pesada con la que Sánchez no va a querer - o no va a poder - cargar hasta 2027, fecha que él mismo ha venido señalando como el final de la presente legislatura. Ciertos «estrategas» del entorno de Sánchez señalan que no estamos ante unas elecciones inminentes, aunque no dejan de reconocer que, en esta ocasión, se podrían considerar ciertas «excepciones».
De lo que no les cabe duda a sus allegados es que Sánchez lleva tiempo en modo preelectoral y que la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. le puede dar buenos argumentos para volver a relanzar su cruzada contra la ultraderecha, sus modos y maneras y, trayendo el agua a su molino, contra los únicos socios posibles del PP según las encuestas: Vox. Los representantes y amigos de Trump en nuestro país, que suben como la espuma en los sondeos, siempre le han dado buen resultado para movilizar al electorado de izquierdas.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, junto al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Los argumentos no son nuevos pero no por ello pueden dejar de ser efectivos (creen en el entorno de Sánchez) si nos colocamos frente a las urnas en cuestión de 3-4 meses. Pero al 'sanchismo' no se le escapa que sus socios de Sumar se deshacen como azucarillo, en parte -reconocen los consultados- porque el propio Sánchez les ha empujado de su espacio, quedándose con buena parte de su electorado. Ese es el motivo, aseguran sus gurús de la demoscopia, por el que el PSOE apenas se ha visto castigado por los escándalos que salpican al Gobierno, ni por la inestabilidad con la que se ve obligado a gestionar el día a día el presidente del Gobierno.
Pero, en este momento, las encuestas que maneja el propio PSOE empiezan a marcar un desgaste difícil de superar. Admiten los suyos que la imagen de debilidad, de estar sometido a la voluntad de Carles Puigdemont, con sus siete votos en el Congreso, está pasando más factura a Sánchez que los escándalos de presunta corrupción que han surgido alrededor del PSOE, del Gobierno y de la propia familia de Sánchez. Convienen estas voces que el presidente ha emprendido una estrategia para contrarrestar esa imagen de debilidad.

José Manuel Albares y Pedro Sánchez miran a Puigdemont en el Parlamento Europeo
"Golpe de mano" en Telefónica
Y, más allá de las múltiples y maquiavélicas interpretaciones dadas al «golpe de mano» en Telefónica, hay un componente - especialmente en las formas - que tiene como objetivo mostrar y ostentar el poder que es capaz de manejar Sánchez cuando se pone a ello. ¿Era necesario tirar escaleras abajo a Álvarez Pallete tres meses antes de lo previsto? Seguramente, no. Pero Sánchez mandó un mensaje: mi poder, en el Parlamento es inestable y hace aguas, pero el poder económico está conmigo: La Caixa, BBVA, los saudíes, Amber Capital y todos los que le arroparon cuando, con su pulgar hacia abajo, señaló el destino de Pallete.
Son poder económico, son otro tipo de poder, con el que se maneja a placer y con el que está diseñando un nuevo panorama tecnológico y mediático incluso… Ese es el motivo por el que, también desde sus filas, afirman que, lejos de pensar en tirar la toalla, Sánchez se prepara para seguir adelante, con o sin presupuestos generales, con o sin control parlamentario, pero con el peso de unos cuantos grupos empresariales detrás.