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35 años de la matanza de Puerto Hurraco: Cuando la venganza familiar tiñó de sangre un pueblo

En 1990, la rivalidad entre los Cabanillas y los Izquierdo en Puerto Hurraco, Badajoz, desencadenó una matanza que dejó nueve muertos, incluidas dos niñas y dos guardias civiles. Emilio y Antonio Izquierdo, apoyados por sus hermanas, fueron condenados a 350 años de prisión tras un juicio en 1994. El conflicto, originado en 1967, marcó una de las tragedias más oscuras de la España moderna.

Puerto Hurraco.

Puerto Hurraco.Europa Press

David González
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El 26 de agosto de 1990, se desencadenó uno de los episodios más sombríos de la España contemporánea, un crimen que marcó la década de los 90 y que aún resuena en la memoria colectiva: la Matanza de Puerto Hurraco. Este brutal suceso tuvo lugar en una pequeña pedanía de Benquerencia de la Serena, en Badajoz, y fue el resultado de una feroz rivalidad entre dos familias prominentes de la zona: los Cabanillas y los Izquierdo.

En aquella España de 1990, el país vivía un auge económico y parecía dejar atrás las sombras del pasado franquista, con la integración a Europa como horizonte prometedor. Sin embargo, en Puerto Hurraco, un antiguo rencor entre los clanes Cabanillas, apodados “Los Amadeos”, y los Izquierdo, conocidos como “Los patas pelás”, desató una tragedia. La disputa se remontaba a 1967, cuando Amadeo Cabanillas invadió con su arado tierras de Manuel Izquierdo, desatando tensiones. El conflicto escaló cuando Amadeo, tras un romance con Luciana Izquierdo, la rechazó. Este desaire llevó a Jerónimo, hermano de Luciana, a asesinar a Amadeo, crimen por el que cumplió 14 años de cárcel. Este fue el primer derramamiento de sangre, pero no el último.

Las hermanas Izquierdo.

Las hermanas Izquierdo.Archivo

En 1984, un incendio acabó con la vida de la matriarca de los Izquierdo, atrapada en su casa. Aunque no se probó la participación de los Cabanillas, los Izquierdo culparon al pueblo entero, acusándolo de encubrir a sus rivales. Juraron vengarse, y el escenario estaba listo para la tragedia.

La noche de la matanza

El 26 de agosto de 1990, Emilio y Antonio Izquierdo, armados por sus hermanas Luciana y Ángela, llegaron a Puerto Hurraco desde Monterrubio de la Serena, a pocos kilómetros. Mientras los Cabanillas celebraban una fiesta, las primeras víctimas fueron dos niñas, Encarnita y Antonia, de 12 y 14 años, que jugaban en la calle. 

La violencia se desató, y el pueblo se sumió en el caos. Los hermanos Izquierdo dispararon indiscriminadamente, matando a nueve personas, incluidos dos guardias civiles que acudieron al lugar. Tras el ataque, huyeron al monte, donde fueron capturados a la mañana siguiente, descansando bajo un árbol, sin mostrar remordimiento. Incluso declararon su intención de seguir matando en el entierro de las víctimas.

Luciana y Ángela, vestidas de luto y con un aire que evocaba los lienzos más oscuros de Gutiérrez Solana, escaparon a Madrid para evitar la furia de los vecinos.

El juicio y el destino de los implicados

El juicio, celebrado en enero de 1994, no logró probar que los hermanos Izquierdo actuaran bajo trastorno mental, a pesar de los esfuerzos de la defensa. Emilio, impasible, afirmó: “Ahora puedo descansar, madre está vengada”. Los hermanos fueron condenados a 350 años de prisión cada uno. Luciana y Ángela, consideradas inductoras, fueron internadas en el Psiquiátrico de Mérida, separadas por la influencia nociva de Luciana sobre su hermana. Luciana murió en 2005, seguida por Ángela diez meses después.

Emilio falleció en prisión en 2006, a los 72 años. En 2010, Antonio se quitó la vida en su celda, justo un día antes de quedar libre por la aplicación de la Doctrina Parot. Sin descendientes, la estirpe de los Izquierdo se extinguió, pero el eco de su atroz crimen perdura en Puerto Hurraco.

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