Política es Cultura y viceversa
Rovira, conseller, ha elevado el rango de Pilar Tébar, ahora secretaria autonómica, bien la conozco política y museísticamente, en clara demostración de que las vanguardias no son ni de derechas ni de izquierdas, o pueden ser indistintamente de ambas

La secretaria autonómica, Pilar Tébar Martínez, la directora adjunta del IVAM, Sonia Martínez; la concejal de Alicante, Nayma Beldjilali Pére y la conservadora y responsable del Museo de Arte Contemporanio de Alicante (MACA), Rosa Castells, en la muestra ‘Sempere a París’. Fotografías Miguel Lorenzo
Una de las discusiones más estúpidas que conozco, aunque se tinten de una cierta intelectualidad sociolingüística, por una parte, y por otra, de particulares anexos ideológicos, para determinar qué lengua, además del castellano, se habla en la Comunidad Valenciana, cuando, al fin y al cabo, todas son lenguas provenzales hijas del latín y cargadas de préstamos, extranjerismos, isoglosas y contemporizaciones históricas que también influyen lo suyo en la relación entre diacronías y sincronías.
Hay un diccionario inglés, el muy respetado y acreditado “Oxford English Dictionary”, válido para Gran Bretaña y las academias de idiomas en todo el orbe; mientras en los Estados Unidos y sus zonas de influencia más directa, el diccionario que mayormente se maneja es el “Merriam-Webster Dictionary”. Hasta donde yo sé, nadie en estos países se plantea una guerra histórico-lingüística entre ambos manuales de consulta, más bien todo lo contrario con frecuentes chanzas de tu interlocutor sea de un país u otro, bromeando sobre tu personal acento y vocabulario. Inglaterra y Estados Unidos sólo han sido enemigos una vez: la primera se quedó en Monarquía, la segunda en República
Pero si antes estas discrepancias entre original y copia fueron tertulianas, bien la recuerdo estudiando filología hispánica, hoy la diferencia cuando se trata de catalán o valenciano y viceversa explota en las discusiones más aceradas e intolerantes: en Cataluña porque consideran al valenciano lengua menor corrompida y cargada de modismos “españolistas”; mientras en la Comunidad Valenciana se ha venido en denominar muy despectivamente “pancatalanismo” a todo aquello impuesto por la gramática de Pompeu i Fabra, o, aunque la traca empezó en la Renaixença, acabó consolidándose con una serie de eruditos valencianos, Joan Fuster entre otros, allá por los años 60 del pasado siglo y como contestación al franquismo centralista y uniformista idiomáticamente. Algo así como una decantación por la moderna y europea Barcelona, en contra de la añeja y retardataria Madrid.
Prólogo este que viene al pelo en la lengua por las declaraciones del conseller José Antonio Rovira, al que su amigo íntimo y de fatigas políticas, Carlos Mazón (a quienes conozco desde que empezaron en la cosa pública), le acaba de dar la cartera de Cultura, cuando ya llevaba en la otra mano la de Educación, y a quien este diario le hizo ayer una entrevista donde se ha explayado sobre el pancatalanismo como “cultura”, algo que no entiendo, pues tan culto o tan burro se puede ser hablando catalán como valenciano; otra cuestión bien distinta para las derechas es el tufo izquierdista que puede desprender el servilismo al academicismo catalán, pero eso ya quedó obsoleto e inconveniente culturalmente cuando creamos la Academia Valenciana de la Lengua (AVL) en 1998, encargada, precisamente, de la normalización y promoción del uso del valenciano, “garantizando su unidad y fomentando su uso en diversos ámbitos de la vida pública y privada”.
Creo que debemos entrar en un tiempo y en un país donde las cosas están cambiando, tanto, que incluso se ha creado una cierta animadversión entre los valencianos contra los catalanes, cuando los únicos culpables de despertar tirrias y animosidades son los políticos independentistas (Junts y ERC, más revueltos que juntos), allí cada día más enfebrecidos con apostar fronteras, cientos de kilómetros de lindes dan a las forzadamente nuestras; y cuidado, que un día pueden empezar a reclamar territorios limítrofes; mientras aquí, hasta Compromís, otrora fiduciario del patriotismo de izquierdas catalán, retorna a un nacionalismo valenciano de corte federalista.
Lo de Vox, ya lo venimos diciendo días atrás, ha sido la espantá de sus líderes y mandamases nacionales, que no de los valencianos/as de alto nivel, poniendo además en peligro, o mejor en almoneda, muchos gobiernos municipales y autonómicos. Posiblemente el partido de Abascal puede quedar tocado, que no hundido. Todo dependerá de la capacidad del PP, en este caso valenciano, para girar un poco más a la derecha, pero sin separarse del centro donde está su mayor y mejor espacio decisorio en las urnas. Rovira, conseller, ha elevado el rango de Pilar Tébar, ahora secretaria autonómica, bien la conozco política y museísticamente, en clara demostración de que las vanguardias no son ni de derechas ni de izquierdas, o pueden ser indistintamente de ambas, pero que lo importante es su poder para hacer evolucionar las Artes: también las políticas, las menos Bellas de todas.