| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez, en un gesto de euforia, en Ferraz tras el escrutinio del 23J.
Sánchez, en un gesto de euforia, en Ferraz tras el escrutinio del 23J.

El PSOE contiene la respiración: la "ley de Murphy" con Sánchez fuera de control

"Cualquier situación, por negativa que sea, es susceptible de empeorar". Estando en juego el futuro mismo de España, puede aplicarse al tablero político la fatídica ley de Murphy.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

"Nadie sabe lo que cocina el Presidente y ahora estamos además en manos de Carles Puigdemont. Todo resulta poco edificante", asegura un dirigente del PSOE a la espera, como la propia Ejecutiva Federal, de que el panorama se clarifique.

Ninguno salvo Pedro Sánchez y, a lo sumo su estrecho círculo, es capaz de presumir qué ocurrirá. Las combinaciones son escasas. El líder socialista está decidido a entregarse a la ecuación Frankenstein ampliada a Junts como fórmula para aguantar vivo cuando todos le habían dado ya por muerto.

Sánchez ya renunció a partir de 2019 a hablarle a medio país y ha decidido convertir en estructural el bloque del PSOE, Sumar y los independentistas/nacionalistas que le proporciona mayoría absoluta en el Congreso.

Apelar al sentido común de Sánchez para que tome conciencia de la necesidad de anteponer el interés general a los suyos supone un ejercicio baldío. Ya sólo faltaba un Gobierno todavía más débil e inestable en manos de un prófugo de la justicia incapaz de ofrecer confianza a los mercados e ilusionar a los españoles y de afrontar los grandes retos del país.

 

El camino que ha decidido emprender el presidente en funciones está muy lejos de ajustarse a la voluntad mayoritaria de los españoles y de lograr que España sea gobernable en los próximos cuatro años.

Eso es lo sustancial y no debería obviarlo el mismo PSOE, que comete un grave error al negarse a asumir cualquier posibilidad de colaboración con Alberto Núñez Feijóo al que Pedro Sánchez sólo pretende ver sobre la lona, sin posibilidades de ir a una investidura.

 

La cúpula del PSOE ha quedado reducida a un grupo de incodicionales de Sánchez, sin capacidad para contradecirle ni empujarle a la realidad.

 

A pesar de su intento de desviar el foco sobre el PP, Sánchez tiene a sus siglas conteniendo la respiración. Muchos guardan un elocuente silencio. En privado, dirigentes territoriales lanzan un único mensaje: "Estamos ante el peor escenario posible, nadie sabe exactamente cómo moverse". Querrían que todo cayera por su propio peso.

Sin embargo, queda cerrado el turno para los rasgados de vestiduras y los redobles de estupor. Sánchez mantendrá en secreto sus negociaciones al menos hasta septiembre.

Apelar al sentido común de Sánchez para que tome conciencia de la necesidad de anteponer el interés general a los suyos supone un ejercicio baldío. Ya sólo faltaba un Gobierno todavía más débil e inestable en manos de un prófugo de la Justicia

Él ya renunció a partir de 2019 a hablarle a medio país y ha decidido convertir en estructural el bloque del PSOE, Sumar y los independentistas/nacionalistas que le proporciona mayoría absoluta en el Congreso.

Cualquier otra receta para el futuro del país pasó definitivamente a la historia con el recuento de este 23J.