| 03 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Abajo los bulos: ni los sujetadores ni los desodorantes producen cáncer de mama

Glenn Close y J, Malkovich nos descubrieron las amistades peligrosas que tejían la Francia del siglo XVIII. No son exclusivas de la gran pantalla. Han entrado con fuerza en el cáncer.

| Pilar Tamayo Edición Valencia

Son los bulos, que “nos encontramos en la consulta casi a diario, y que son más frecuentes de lo que parecen. A veces los pacientes no nos lo cuentan pero, cuando ganas confianza con ellos, ves que las pseudoterapias tienen mucha más presencia de lo que parecen”, alerta Vicente Guillem, jefe de Oncología del IVO.

Ni el zumo de limón previene el cáncer. Ni calentar la comida en recipientes de plástico en el microondas lo produce. Ni los pintalabios son cancerígenos.

¿Y qué pasa con los sujetadores?¿Y con los desodorantes? ¿Y las mamografías? ¿Actúan como factores de riesgo o son preventivos frente al cáncer de mama?

Lo abordamos con los responsables de Oncología del hospital Arnau de Vilanova, Antonio Llombart, y su homólogo en el IVO, Vicente Guillem.

El bulo sobre la asociación del sostén y el diagnóstico oncológico se fabricó en 1995 con el libro Dressed to kill, basado en meras observaciones de los autores y no en estudios epidemiológicos. No se valoraron los factores de peso, como son los genéticos, el sobrepeso, el sedentarismo, la dieta, el comienzo y la retirada de la regla, las edad del primer embarazo, el número de hijos o la lactancia materna.

Llombart: “La presión del sujetador sobre la glándula mamaria no aumenta el riesgo. Sí que es cierto que en pacientes con cáncer de mama se aconseja un uso determinado pero por un problema mecánico de aumentar el edema posterior a la operación. Sin embargo, hablamos en el momento de la intervención y durante el tratamiento de radioterapia pero para el público general, ni un sujetador con aro ni ningún otro tipo es desaconsejable”.

Vicente Guillem: En 2014, la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, publicó un artículo en el que estudiaba a 1513 mujeres, la mayoría diagnosticadas con cáncer de mama (1044) y el resto, bajo control. Y se concluyó que ni el tamaño de la copa, ni el número de horas en que se use al día, ni los aros ni la edad en que se comience a emplear eleva el riesgo de padecer cáncer de mama, tampoco entre las mujeres postmenopáusicas”.

Tanto Guillem como Llombart desmontan otro mito recurrente: no existe relación entre el uso de desodorantes y la neoplasia de mama, tampoco con los que contienen aluminio: “No hay ninguna sustancia externa que pueda producirlo. No existe aumento de riesgo relacionado con cualquier tipo de gel, crema o desodorante que se pueda utilizar”.

Tampoco las mamografías multiplican el riesgo de padecer un cáncer de tiroides.

Llombart: “Las mamografías no comportan ningún riesgo. Los mamógrafos digitales disminuyen aún más las emisiones alfa de los aparatos radiológicos y la emisión es mínima. Hace 40 años, ya se calculaba que sólo uno de cada millón de cánceres de mama podrían estar producidos por radiaciones. Y entonces introducían una radiación 8 ó 10 veces superior a la de ahora”.

Guillem: “El cáncer de mama es difícilmente evitable pero fácilmente diagnosticable y debemos concienciarnos de que una mamografía puede salvar la vida de una mujer, como única prueba diagnóstica fiable en la actualidad. Gracias a este diagnóstico precoz, a partir de los 45 años, el 90% de las mujeres se curan y el 80% conservan sus mamas”.