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Resorts de lujo en el Índico

Viajar a Maldivas: dos islas únicas para soñar despierto

Surcar el cielo sobre un mosaico de atolones, aterrizar en islas de arena blanca y sumergirse en aguas turquesas. Viajar a Maldivas es mucho más que unas vacaciones: es una experiencia que transforma. Te cuento mis impresiones tras volver de este paraíso y los encantos de Raaya by Atmosphere y Kanifushi Atmosphere.

Vista aérea del resort RAAYA by Atmosphere y de su laguna turquesa

Victoria Peñalver
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@demayorcomotu

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Algunos destinos dejan huella en la piel, pero Maldivas va un paso más allá: se ancla en el alma. Basta un solo viaje para entender por qué. Desde el primer instante —los tonos pastel de azules y dorados, el silencio roto solo por las hélices del hidroavión que sobrevuela las islas, la promesa de una isla esperándote en medio del océano— sabes que lo que vas a vivir es especial.

Viajar a este rincón del Índico es llegar a un archipiélago único: un conjunto de 1.192 islas coralinas agrupadas en 26 atolones en pleno Océano Índico. Solo 203 de estas islas están habitadas y muchas albergan un único resort, lo que garantiza exclusividad y privacidad absolutas. Muchas de ellas tienen una zona selvática que te cautivará y una laguna turquesa interior ideal para nadar, por su tranquilidad.

De derecha a izquierda:imagen satelital del archipiélago, vista aérea de una hilera de islas  y fotografía en la playa de una de esas islas paradisíacas.victoria peñalver

No es solo un destino, es una emoción. Es despertar con el sonido de las olas, caminar descalzo sobre la arena y ver cómo el cielo y el mar se funden en una paleta infinita de azules. Es bucear entre mantarrayas, cenar en una mesa improvisada en la orilla, solo para ti y los tuyos, y sentir que, por unos días, el mundo se reduce a lo esencial: belleza, calma y felicidad. Es un lugar que enamora a parejas, sorprende a familias y cautiva a viajeros solitarios. Hay algo en este país asiático que atrapa. Da igual si es tu primer viaje o si ya has estado antes: siempre hay un matiz nuevo, una emoción distinta. Y cuando crees que ya lo has vivido todo, el destino te sorprende de nuevo.

Cómo organizar tu viaje a Maldivas

Tengo para ti cuatro pautas que conviene tener en cuenta si estás planeando unas vacaciones en Maldivas: cómo llegar hasta allí, el traslado interno entre islas, el régimen de estancia y la elección del resort según el tipo de emociones que busques.

Este paraíso está mucho más cerca de lo que imaginas. Si bien en verano Iberia ofrece vuelos directos desde España, con una duración aproximada de 11 horas, durante todo el año Emirates es una excelente opción para volar a Maldivas, con un trayecto en dos tramos: unas 7 horas hasta Dubái y 4 horas más hasta Malé. La comodidad de sus aviones convierte el viaje en parte de la experiencia, y hacer escala en Dubái —ya sea breve o aprovechando para descubrir este fascinante destino— siempre es una gran oportunidad.

Aunque desde el avión ya se vislumbran los contornos de los atolones, es desde el hidroavión donde realmente se aprecia su singularidad. Sobrevolar estas islas a baja altura revela un espectáculo hipnótico: pequeños montículos y lenguas de arena emergen del agua, rodeadas por arrecifes que abrazan lagunas de un azul imposible.

Experiencia del viaje en hidroavión hasta el resortVictoria Peñalver

La distancia desde Malé marca la diferencia en la experiencia de bienvenida. Mientras que los atolones más cercanos se alcanzan en lancha rápida, los más alejados requieren un vuelo en aeroplano, lo que añade un plus de aventura y permite entender la geografía única del país. Para una primera visita, recomiendo sin dudarlo esta opción: la emoción de divisar los islotes desde el aire, aterrizar directamente sobre el agua y ser recibido con una bebida refrescante en un muelle flotante es incomparable.

Cada atolón tiene su ritmo, cada isla una personalidad y cada resort una forma distinta de interpretar la belleza y la hospitalidad. Uno de los aspectos más importantes al planear un viaje a Maldivas es elegir bien el resort y decantarte por un tipo u otro de régimen de estancia. Yo te recomiendo la opción de todo incluido para despreocuparte de todo, pero de calidad, por supuesto, así como contratarlo directamente con el resort, pues te puedes beneficiar de más ofertas y descuentos directos.

En esta ocasión, tuve la oportunidad de descubrir dos resorts de lujo únicos a algo más de 160 kilómetros al norte de Malé: Raaya by Atmosphere (en el Atolón Raa) y Kanifushi Atmosphere (en el Atolón Lhaviyani). Ubicados en dos islas diferentes, de menos de un kilómetro cuadrado cada una, a las que deberás llegar en hidroavión, estos dos resorts apuestan por un régimen de todo incluido de calidad, que abarca incluso el minibar. En ambos podrás optar por dormir en bungalows rodeados de vegetación con acceso directo a la playa o decantarte por villas sobre el mar, desde las que entrar directamente a la laguna por una pequeña escalera. Tú eliges cómo empezar el día. Y en los dos, para moverse por la isla, lo ideal es hacerlo en bicicleta, aunque también hay buggies que circulan constantemente.

A la izquierda, dos tipos de villas una sobre el agua y otra en la playa. A la derecha, los dos posibles medios de transporte.

Esto no va de complejos masificados, con playas abarrotadas de hamacas y sombrillas. Aquí, lo habitual es sentir que la arena y el mar te pertenecen: caminar, leer, nadar o hacer fotos sin prisas ni multitudes se convierte en una rutina serena, con el mar susurrándote al oído.

Un refugio para bohemios y soñadores

Raaya by Atmosphere es un resort en Maldivas que combina lujo relajado con un marcado espíritu aventurero y una estética bohemia. Su concepto se inspira en la historia de un náufrago, algo que se refleja en su diseño rústico-chic y en una amplia oferta de actividades pensadas para explorar, crear y soñar.

Imágenes del resort Raaya by Atmosphere

Aquí, tú decides el ritmo y diseñas tu propia aventura: puedes descubrir arrecifes haciendo snorkel, remar en kayak por aguas turquesas, pintar paisajes marinos sobre lienzos de tela o incluso crear tu propia maqueta de un dhoni, el barco tradicional maldivo. Con suerte, podrás presenciar el mágico instante en que los huevos de tortuga eclosionan y decenas de crías se lanzan hacia el mar, con la promesa de regresar algún día al mismo lugar para poner sus propios huevos.

La emoción continúa bajo el agua con el centro de buceo y deportes acuáticos KOAMAS by Jalboot, donde instructores experimentados guían tanto excursiones de snorkel como inmersiones de buceo recreativo entre jardines de coral, tiburones, tortugas y miles de peces tropicales y, si lo deseas, podrás obtener la certificación PADI. También podrás practicar padelsurf, esquí acuático y salidas en dhoni para explorar los alrededores.

En tierra, el resort ofrece un gimnasio con vistas al océano, pistas de padel y minigolf, clases de yoga al amanecer sobre una plataforma flotante y un Spa ELE|NA (elemental of nature) ofrece masajes y tratamientos inspirados en tradiciones asiáticas, basándose en los elementos que se encuentran en la isla: exuberante naturaleza, agua curativa, frutas nutritivas y brisa fresca del océano.

Su piscina infinita, que parece fundirse con el cielo, es perfecta a cualquier hora del día, acompañada de cócteles de autor y aperitivos. Para los más pequeños, el club infantil propone actividades diseñadas para estimular su creatividad y conexión con la naturaleza.

Además de muchas de esas actividades, el Plan Raaya incluye gastronomía de primer nivel, bebidas premium y propuestas interesantes, como clases de cocina local o cine bajo las estrellas. Su variedad de restaurantes y bares garantiza que cada comida sea única, desde cenas románticas en la playa hasta buffets temáticos de comida asiática, europea y maldiva, con estaciones de cocina en vivo. 

Raaya cuenta además con su propio huerto ecológico, donde se cultivan productos locales que van directos del campo al plato. Para quienes deseen ir un paso más allá, existe la posibilidad de vivir una experiencia gastronómica tan exclusiva como inolvidable: recolectar por la mañana algunos de estos ingredientes y saborearlos por la noche en una cena gourmet privada —con un máximo de diez comensales— maridada con vinos excepcionales. Una propuesta que conecta la esencia del lugar con los sabores más auténticos.

Esta isla es mucho más que un lugar para descansar: es un destino para vivir historias inolvidables.

Elegancia, relax y naturaleza en estado puro

Si Raaya es sinónimo de aventura, Kanifushi Atmosphere representa el lujo relajado en su máxima expresión. Este resort, considerado uno de los mejores de Maldivas, se extiende sobre una estrecha lengua de arena de unos 2,5 kilómetros de largo, que en algunos tramos no supera los 400 metros de ancho y en otros apenas alcanza los 50. Su formato esbelto te permite disfrutar del mar a ambos lados con solo girar la cabeza, y su exuberante vegetación, junto a las playas de arena blanca, invita a desconectar sin renunciar al confort.

Imágenes del resort Kanifushi Atmosphere

El centro de buceo Oceanix, situado en el hotel, proporciona gratuitamente el equipo de snorkel y organiza salidas a arrecifes repletos de vida, donde pueden verse tortugas, rayas y tiburones. El Plan Kanifushi incluye actividades inolvidables, como un viaje histórico a la isla de Kurendhoo o una visita al Centro de Rehabilitación de Tortugas en Naifaaru. También contempla deportes acuáticos como paddle surf, windsurf o paseos en catamarán. Al caer la tarde, puedes subir a bordo de un dhoni para participar en la tradicional pesca sostenible que practican los pescadores locales o para disfrutar de la puesta de sol y, con suerte, avistar delfines.

Si buscas emociones más intensas, puedes contratar excursiones para nadar con tiburones nodriza: grandes ejemplares mansos que se desplazan con elegancia entre sus fieles rémoras y bancos de pargos amarillos con rayas azules. Frente a ti, reproducen un ballet marino hipnótico que difícilmente olvidarás. También puedes obtener allí alguna de las certificaciones PADI o realizar inmersiones en puntos de buceo espectaculares, donde te esperan tiburones, mantas, tortugas y otros soberanos del arrecife. Además, el resort ofrece otras actividades de pago como jetski, flyboard o excursiones en un submarino semi-sumergible.

Snorkel con tiburones nodriza con el centro de buceo Oceanix

Para quienes buscan una desconexión total, la piscina infinita, que se funde con el horizonte del océano, es el lugar perfecto para relajarse con un cóctel mientras cae el sol. El resort también cuenta con gimnasio, pista de tenis y un club infantil para quienes viajan en familia. Pero si lo tuyo es el bienestar, puedes comenzar el día con una sesión de yoga al amanecer, continuar con pilates frente al mar y culminar con un tratamiento personalizado en el exclusivo Spa Akiri by Mandara. Sus salas, integradas en plena vegetación y con vistas al océano, invitan a una experiencia sensorial única. Dejarse mimar allí, entre los sonidos de la selva y el murmullo del mar, es alcanzar otro nivel de relajación. Las terapeutas, auténticas maestras en su arte, consiguen que salgas renovado.

La gastronomía es otro de sus puntos fuertes, con un restaurante vegano inspirado en sabores mediterráneos, árabes e indios, y un restaurante teppanyaki japonés con cocina en vivo, donde el sabor se fusiona con el espectáculo. Al caer la noche, el resort se llena de vida con cine en la playa, sesiones con DJ, karaoke, actuaciones musicales en vivo y espectáculos de danza. Resulta sorprendente, especialmente después de haber pasado el día con la sensación de tener el resort casi en exclusiva.

Kanifushi combina lujo, naturaleza y entretenimiento en un mismo lugar.

Si me preguntas qué hacer en Maldivas, tanto si vas en pareja, solo, en familia o con amigos, te contestaría que disfrutar del paraíso. Lejos de lo que muchos imaginan, aquí no hay lugar para el aburrimiento. Las opciones son infinitas: desde románticas puestas de sol hasta excursiones en barco, días de buceo inolvidables o veladas bajo las estrellas. Estos dos resorts de Atmosphere son dos opciones extraordinarias que muestran diferentes facetas del edén. Desde el primer vuelo en hidroavión hasta la última puesta de sol, este viaje es una experiencia que queda grabada en el alma, con la ligereza de quien camina descalzo por el olimpo.

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