OTRA FORMA DE VIAJAR
¿Te atreverías a intercambiar tu casa por otra para vivir unas vacaciones inolvidables?
Dormir en la casa de alguien que vive en París, mientras esa persona se aloja en la tuya en Valencia. Suena curioso, ¿verdad? Pues miles de personas ya lo hacen cada año a través del intercambio de casas, una forma de viajar distinta, más consciente y cada vez más popular. ¿Lo mejor? Que no solo ahorras, también ganas una experiencia más auténtica.

Comida familiar en el jardín de una casa rústica: así se vive el intercambio de casas, con autenticidad.
Piénsalo: tú en la casa de alguien en Burdeos, desayunando croissants en su cocina mientras tu anfitrión se toma un café con leche en tu salón de Madrid. No es ciencia ficción ni una trama de comedia romántica: es el día a día de miles de personas que han descubierto el intercambio de casas. Una fórmula tan sencilla como revolucionaria para viajar más, mejor y con alma.
Porque esto de intercambiar casas no es nuevo, y si no que se lo digan a Cameron Diaz. Sí, en The Holiday (esa peli navideña que vemos en bucle cada diciembre), ella y Kate Winslet se intercambian sus casas –una mansión en Los Ángeles y una cabaña de ensueño en Inglaterra– para curarse el corazón. Spoiler: no solo cambian de casa, cambian de vida.
Algo parecido pasa en Intercambio de vidas (Your Place or Mine), donde Reese Witherspoon y Ashton Kutcher, amigos de toda la vida, deciden probar suerte cambiando de casas por una semana. Lo que parecía un simple trueque de colchones acaba por revolverles la vida entera. No es tan diferente a lo que cuentan algunos viajeros que utilizan esta modalidad de turismo cuando dicen que no solo descubren destinos, sino también versiones nuevas de sí mismos.
Lo cierto es que el intercambio de viviendas se ha consolidado como una alternativa real al turismo tradicional. Para entender mejor este fenómeno, hemos hablado con Pilar Manrique, portavoz de HomeExchange en España, y hemos consultado su último estudio de impacto ambiental, que nos ha confirmado lo que muchos ya sospechábamos: viajar así no solo es más económico, también es más responsable.

Montaña o ciudad, chimenea o diseño urbano: cada casa refleja un mundo y cada intercambio una nueva historia.
Viajar sin pagar por la estancia
El sistema es sencillo: varias personas intercambian sus casas temporalmente, ya sea de forma directa (yo voy a la tuya y tú vienes a la mía) o mediante un sistema de puntos, que permite organizar sin necesidad de un intercambio simultáneo.
Pero lo que de verdad lo hace interesante no es que sea tan barato, sino lo que pasa cuando cruzas la puerta de una casa real, con fotos en la estantería, libros usados y recomendaciones escritas a mano sobre dónde tomar el mejor café del barrio.
Durante 2024, el número de intercambios realizados a través de HomeExchange creció un 43%, con más de 460.000 estancias gestionadas en todo el mundo. Solo en España, el crecimiento fue del 35%, con más de 1,2 millones de pernoctaciones. Y sí, más de la mitad de esos viajes ocurrieron dentro de nuestras propias fronteras. ¿Los destinos más populares? Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana, País Vasco y Baleares.
Curiosamente, uno de los perfiles más comunes entre los que suelen intercambiar su casa son las parejas y los viajeros en solitario, que suponen más de un tercio de los intercambios realizados en España. En general, este sistema funciona para viajeros que buscan experiencias más personales, más conectadas con el día a día de los lugares que visitan. Porque alojarte en una casa no es lo mismo que dormir en una habitación impersonal de hotel. Y cada detalle cuenta.
Y por si alguien se pregunta qué pasa si las cosas no van bien, los datos también tranquilizan: el 99,7% de los anfitriones no ha tenido nunca ningún incidente. Todos los perfiles son verificados, hay un sistema de evaluaciones entre miembros y se utiliza un algoritmo avanzado para detectar comportamientos sospechosos. La comunidad se cuida entre sí.

Una nevera llena de pistas: wifi, advertencias útiles y planes auténticos recomendados por quien mejor conoce el barrio.
¿Una moda? No exactamente
Esto del intercambio de casas podría sonar a moda pasajera, a cosa de viajeros alternativos con mochila y espíritu bohemio. Pero cuando rascas un poco, encuentras una manera de viajar que conecta con valores muy actuales: sostenibilidad, confianza y comunidad.
Lo explica bien Pilar Manrique: "no se trata solo de ahorrar —que siempre viene bien—, sino de apostar por un modelo respetuoso con los destinos y quienes los habitan". Al no haber dinero de por medio, se esquivan dinámicas problemáticas como la especulación inmobiliaria o la conversión masiva de viviendas en alquiler turístico. Una casa sigue siendo una casa, no un negocio.
Además, según el estudio de impacto ambiental de HomeExchange, este tipo de viaje puede reducir las emisiones de carbono en un 49% respecto al alojamiento tradicional. ¿Por qué? Porque se consume menos energía, hay menos servicios asociados y se hace un uso más equilibrado de los recursos locales. Si a eso le sumamos que cada casa se ocupa de media unas 17 noches al año, frente a la alta rotación de los pisos turísticos, el impacto es claramente menor.
Y no solo hablamos de sostenibilidad ambiental, sino también social: menos presión sobre los barrios, más oportunidades para conectar con el lugar de forma auténtica, más respeto por quienes viven allí todo el año. Otro tipo de turismo es posible, y este es un buen ejemplo de por dónde empezar.
Para 2025, la plataforma se ha marcado como objetivo llegar a los 250.000 miembros a nivel global, apostando por un crecimiento más cualitativo que cuantitativo. Entre sus próximos pasos están el desarrollo de un sistema de emparejamiento inteligente, mejoras en la comunicación entre miembros y una mayor integración con las comunidades locales.
Todo apunta a que el intercambio de casas no solo ha llegado para quedarse, sino que podría convertirse en uno de los pilares del turismo del futuro: más humano, más accesible, más consciente.

Concierto de Pignoise organizado en casa de Vicky, miembro de Home Exchange que cede encantada su casa para el evento.
Mi primer encuentro con este sistema tan especial
Descubrí HomeExchange de una forma poco convencional: en un concierto de Pignoise organizado por la propia plataforma en casa de Vicky, una de las miembros más activas de la comunidad. Fue un evento muy especial para un grupo reducido de fans que ganaron un sorteo a través de redes sociales. Allí, rodeados de guitarras, conversaciones y gente que parecía conocerse de siempre, entendí que esto iba más allá de unas vacaciones baratas.
Vicky Torres, que nos abrió las puertas de su hogar con la generosidad de quien lo hace habitualmente, lo resumió con claridad: “Cada intercambio supone una amistad, porque vas a un hogar”. Y añadió algo que se me quedó grabado: “Las experiencias enriquecen el viaje”.
Durante la velada también hablé con Jorge y Alejandra, una pareja encantadora que empezó hace tres años y ya lleva 55 intercambios. Según ellos, “engancha”. Y no lo dicen solo por lo económico, sino por todo lo que aprenden y viven en cada destino.
Incluso Pilar Manrique, que desde que se unió a HomeExchange hace nueve años ha realizado 44 intercambios, compartió su propia historia: “Al final, forma parte de tu forma de viajar y de vivir”, nos contaba. Hablando con ella entendí que nuestro hogar también puede ser destino.
Álvaro Benito, cantante, guitarrista y compositor de Pignoise, explicó por qué aceptaron participar en un evento tan peculiar: “Nos eligieron por lo mismo que ellos promueven: autenticidad, cercanía y buenas historias”. Y fue justo eso lo que encontré aquella noche.
Me explicaron también cómo funciona el sistema de puntos: cuando viajas a otra casa, consumes puntos; cuando cedes la tuya, los ganas. Y para quienes se inician, como incentivo, la suscripción anual de 160 euros incluye suficientes puntos como para alojarte hasta una semana —según el tipo de casa y el destino— sin necesidad de ofrecer aún la tuya. Ese pago te da acceso a 12 meses de intercambios ilimitados.
Así que volvemos a la pregunta inicial: ¿cambiarías tu casa por otra? Puede que al principio te suene un poco descabellado, pero lo cierto es que cada vez hay más personas que se atreven, repiten y lo recomiendan. Porque viajar, al fin y al cabo, no va solo de ver lugares nuevos, sino de cómo decides vivirlos.