| 05 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Lopetegui y el Sevilla, carne de cañón para los comités

Tras lo escenificado en el Villamarín ha habido chicha y carnaza para las tertulias. Repudio generalizado a la agresión, pero dudas por el comportamiento sevillista.

| Francisco J. Molina Deportes

Todo hace indicar que la acusación pública bética al Sevilla sobre la posible teatralización sevillista tras la agresión a Jordán en el pasado derbi copero acabará en el limbo. En un fútbol tan profesionalizado en todos los niveles, la justicia deportiva debería actualizar la vara de medir las sanciones en casos puntuales. Si no le tiembla el pulso para dar por perdido un partido a un equipo por alineación indebida debería hacer lo propio cuando un árbitro o futbolista sean agredidos por el lanzamiento de un objeto desde la grada. Y tampoco que se vayan de rositas los que busquen sacar tajada a costa de ello. Velando siempre por el fair play.

Vayamos por partes. El Betis ha sido castigado con el cierre de dos partidos de su estadio por culpa de un descerebrado. Y pueden darse con un canto en los dientes. Pero desde la acera verdiblanca han pasado la pelota al tejado de su vecino club y Lopetegui está en el ojo del huracán por una supuesta teatralización tras la agresión a Jordán, que casualmente ha sido renovado recientemente tras todo este lío.

Los nubarrones se ciernen sobre el Pizjuán. No sólo por el informe bético presentado, pues revisando la película de los hechos resultan inquietantes algunas escenas y secuencias de diálogos protagonizados por Martagón, Rakitic, Lopetegui y Jordán

A la memoria le viene a uno aquella representación madridista que tuvo lugar en Ámsterdam en 2010. La escenificación dirigida por Mourinho para recordar a Sergio Ramos y Xabi Alonso que debían forzar una tarjeta. A la UEFA no le tembló el pulso y aparte de tocarles el bolsillo sancionó al técnico y futbolistas con varios partidos.

Tras lo escenificado en el Villamarín ha habido chicha y carnaza para las tertulias. Repudio generalizado a la agresión, pero dudas por el comportamiento sevillista. Ahora debería entrar el comité de turno y juzgar los hechos. Igual de deleznable es la acción del lanzador del objeto desde la grada que tratar de sacar un beneficio utilizando la treta de la simulación tras una agresión si, por supuesto, se acabase probando. Una cosa es tirarse dentro del área para tratar de engañar al árbitro o simular una lesión para perder tiempo o buscar una tarjeta al rival. Unas triquiñuelas que son un juego de niños si se patentase la fórmula de la simulación tras una agresión.

Una acción que traspasa la frontera del otro futbol. Aquel que definió Luis Aragonés como  "de listos". Que generaban risas cuando nos recordaba en aquellas improvisadas tertulias en la barra del bar regentado por Marcial, cercano al Vicente Calderón, sobre la repetitiva artimaña de algún compañero suyo cuando el Atlético era castigado con el lanzamiento de una falta en contra. El ritual de aquel jugador, central argentino para más señas, era el de introducir el dedo corazón en el ano del rival de turno cuando se colocaba de espaldas para molestar a la barrera rojiblanca. Un gesto que provocaba su marcha fulgurante dejando el libre el espacio.

Toda una treta de un listo. Lo de simular tras una agresión es tan sibilino que corre el riesgo de contaminar y dañar al fútbol. Y que por ello hay que cortar de raíz. Y, por lo menos, ser investigado. Para castigar de manera ejemplar si se demostrase la culpabilidad de los actores y así evitar un futuro efecto dominó.