Una receta económica y sencilla. Los ingredientes son básicos y probablemente ya los tengas en tu despensa: ajo, harina, vino blanco y, por supuesto, el clásico aceite de oliva virgen extra.
La receta de pollo al ajillo, es una deliciosa opción de cocina mediterránea casera que puedes elaborar sin complicaciones. En ESdiario te contamos el paso a paso.
La exquisita preparación de pollo al ajillo fusiona la suavidad del pollo con una deliciosa salsa, elaborada a base de ajos y aceite de oliva. El ajo aporta su distintivo sabor aromático, mientras que el aceite proporciona una textura rica y untuosa.
A esta combinación se suman las hierbas aromáticas del monte, como el romero y el tomillo. La pimienta y la sal, completan el festín de sabores.
Esta receta simple, de antigua estirpe, ha pasado de generación en generación, perviviendo a lo largo de los años.
Su origen, envuelto en la nebulosa del tiempo, se especula que pudo gestarse en las tierras de Castilla y León, aunque su arraigo en distintas regiones de España la hace una creación culinaria difícil de atribuir a un único lugar.
A través del tiempo, la receta de pollo al ajillo ha trascendido fronteras, conquistando paladares en diversos rincones del mundo. Su encanto culinario se ha vuelto apreciado en distintas culturas, convirtiéndose en un plato que va más allá de sus raíces españolas.
El pollo, ingrediente estrella en muchas recetas, es la carne obtenida de las gallinas o gallos jóvenes sacrificados entre las 5 y 16 semanas de vida, con un peso que oscila entre 1 y 3 kg. La calidad de su carne, ya sea tierna, blanca o ligeramente amarillenta, depende en gran medida de su alimentación.
La relación entre el ser humano y el pollo se remonta a 10.000 años atrás, en una jungla asiática, según relata smithsonianmag.com.
Inicialmente, los pollos no fueron criados para el consumo, sino para las peleas de gallos, según la creencia de muchos arqueólogos.
Aunque su contribución económica y nutricional fue modesta hasta el siglo XX, la genealogía del pollo se extiende aproximadamente 7.000–10.000 años atrás, con al menos dos progenitores salvajes identificados en lugares al noroeste de China, datados alrededor del 5.400 a. C.
En 100 gramos de pollo sin piel, encontramos un balance nutricional impresionante. Aporta alrededor de 167 calorías, 20 g de proteínas y una combinación de nutrientes esenciales:
La carne de pollo, al igual que otros alimentos de origen animal, es una fuente rica en vitaminas del grupo B, esenciales para el funcionamiento óptimo del cerebro y el metabolismo. Destacando, por ejemplo, su contenido de 9 ug de vitamina B9 o ácido fólico, crucial durante el embarazo para prevenir defectos en el tubo neural del feto.
Además de sus beneficios vitamínicos, el pollo contribuye a la salud mental gracias a su contenido proteico.
La presencia de triptófano, un aminoácido presente en carnes rojas, aves, huevos y lácteos, es clave. Este aminoácido favorece el aumento de los niveles de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor asociado al estado de ánimo.
En conclusión, el pollo no solo es una deliciosa opción culinaria, sino que también ofrece un conjunto completo de nutrientes beneficiosos para la salud. Su historia milenaria se fusiona con su aporte nutricional, haciendo de este ave un elemento fundamental en la dieta humana a lo largo de los siglos.
Esta receta de pollo al ajillo se elabora con ingredientes sencillos y baratos, resulta una opción deliciosa para toda la familia aportando nutrientes como las proteínas, vitaminas y minerales. Si te ha gustado el artículo compártelo en tus redes sociales y déjanos un comentario con tu opinión