| 18 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Sánchez, junto al documento oficial que comunicó la alerta el 30 de enero
Sánchez, junto al documento oficial que comunicó la alerta el 30 de enero
Exclusiva

Las pruebas de que el Gobierno conoció e ignoró las alarmas por coronavirus

El PSOE ha salido en tromba a defender que el 8M no tuvo nada que ver con el contagio masivo en España. Pero los datos y las pruebas demuestran la responsabilidad del Gobierno.

| Antonio R. Naranjo España

El PSOE ha salido en tromba a defender el 8-M, lo que en realidad denota su inquietud ante la idea, cada vez más extendida, de que la especial virulencia del coronavirus en España, con más víctimas mortales y enfermos que China pese a tener cuarenta veces menos población,  tiene mucho que ver con la falta de medidas a tiempo del Gobierno e, incluso, con la temeraria decisión de permitir incontables actividades de masas en aquel fin de semana fatídico.

La única dura duda es si las consintió  para no tener que anular también las manifestaciones feministas o si, en cambio, fue porque la ola vírica resultó de verdad imprevisible pese al ejemplo tan cruel y cercano de Italia. Para el PSOE, ninguna de las dos opciones son ciertas, y ni siquiera una más inquietante aún para los intereses de Sánchez.

Que no sólo fue un error involuntario consentir el 8-M y grandes concentraciones de público en estadios de fútbol, por ejemplo. Sino que lo hizo a sabiendas de los riesgos tras conocer, y desechar, informes sanitarios que advertían del peligro que, ahora, empiezan a ser públicos.

Los socialistas, sin embargo, intentan justificarse alegando que era imposible de preverse, que en otros países tampoco se hizo y que las críticas de ahora son una campaña de la "ultraderecha" contra el feminismo:

 

 

La serie de tuits difundidos por el PSOE en las últimas horas refleja una agitación extraña, tanto por sus reiteración cuanto por el tono, muy despectivo y más en la línea de Podemos y de dirigentes como Pablo Echenique, habitual de la bronca en las redes sociales.

 

 

En este mensaje, uno de la larga serie, está la clave de todo: por primera vez el PSOE niega toda relación entre sus decisiones y la propagación del COVID-19 y, para completar su teoría, adjudica en exclusiva a boots (robots que repiten mensajes automáticamente) e, incluso, a "la derecha", en clara referencia a un PP que no ha dejado de respaldar al Gobierno y no le ha criticado hasta ahora por esta razón.

¿Tiene razón el PSOE?

El nuevo discurso socialista coincide con la difusión constante en las últimas horas, desde medios como El País o La Sexta, de reportajes, noticias y análisis que insisten en esa idea para desvincular la ferocidad del virus en España con los errores preventivos del Gobierno. "La epidemia que nadie vio venir", tituló incluso una noticia el periódico madrileño este fin de semana.

¿Pero tienen razón los socialistas o es una huida hacia adelante que fracasará por el peso de las evidencias? Probablemente la segunda opción sea más razonable, con los documentos en la mano que hoy publica ESdiario, las advertencias científicas y la opinión de los expertos.

Para empezar, el coronavirus tiene un periodo de incubación de entre 4 y 21 días, a los que hay que sumarle entre 9 y 15 días de pelea de los contagiados para superar la enfermedad que ya ha afectado a casi 80.000 personas y acabado con la vida de cerca de 8.000, unas cifras sin parangón en el mundo.

El 30 de enero un experto más advirtió de la gravedad del Covid 19: le ignoraron y un mes después llegó el gran contagio

Eso significa, con un cálculo elemental, que la práctica totalidad de todos los infectados y fallecidos hasta hoy contrajeron el COVID-19 antes del 9 de marzo, cuando la Comunidad de Madrid tomó la primera decisión que arrastró casi todas: cerrar los colegios para frenar la extensión.

De hecho, de no haber sido peligrosa la celebración de espectáculos y eventos masivos en aquellas fechas, con el virus ya en España y consignados ya al menos 600 casos y las primeras quince víctimas mortales, ¿qué sentido tiene ahora el confinamiento para evitar precisamente ese roce?

Desde el punto de vista científico y estadístico, que el gran contagio por coronavirus llegó pues entre finales de febrero y principios de marzo, no es discutible: la ciencia y la medicina cierran ese debate sin la menor duda. Lo que se puede discutir es si se permitieron o no otros grandes eventos para no pasar por el mal trago de aplazar el 8M y si, todos ellos, amplificaron la amenaza.

La relación entre el permiso a actividades masivas en marzo y los peores datos de enfermos del mundo ya está comprobada

La lógica indica que sin la menor duda, pues si la cuarentena y la distancia social van a permitir la reducción de las cifras de contagio a lo largo de abril; el fenómeno opuesto incentivó lo contrario: cientos de miles de personas juntas en el campo del Betis en un mitin de Vox, en carreras populares o en las marchas feministas activaron, con muy escaso margen de error, una auténtica bomba vírica saldada con un crecimiento de los enfermos a partir de la primera semana de marzo sin precedentes en todo el mundo. Nadie en el ámbito sanitario discute esto.

La cuestión final no es si el gran contagio se produjo en ese momento y por esas concentraciones múltiples, algo fuera de toda duda científica, sino pudo evitarse o paliarse con la información que tenía el Gobierno antes de esa fecha.

En esto, el PSOE no sale nada bien parado y el Gobierno aún menos: desde finales de enero estaba activada una "emergencia internacional por coronavirus" y, durante todo el mes, Sanidad tuvo constancia de incontables avisos recalcando la gravedad de la pandemia y recomendando, expresamente en el caso de la Organización Mundial de la Salud, la adopción inmediata de medidas restrictivas.

 

 

Este documento, consignado por el Ministerio de Sanidad, evidencia que desde el 30 de enero al menos al Gobierno le constaba de manera clara y fehaciente la magnitud de la emergencia e, incluso, la sugerencia directa de preparar medidas de confinamiento y de suspender acontecimientos de masas que se menospreciaron.

A la alerta recogida por el departamento de Salvador Illa, que en sí misma confirma de manera rotunda que sí se pudo prever un impacto tan cruel de la pandemia; se le añaden varios más que sitúan al Gobierno frente a una dura realidad: no hizo nada en las fechas clave, pero además no lo hizo a sabiendas de los riesgos.

Desde que el Gobierno conoció el peligro hasta que tomó medidas pasaron 44 días sin hacer nada: por eso España sufre como nadie

La otra gran advertencia, que es la que da por reciba Sanidad, es la de la Organización Mundial de la Salud, que ya en Nochevieja emitió su alarma y no dejó de insistir en ella hasta convertirla en un documento oficial lleno de sugerencias que es que el registra Sanidad y lo hace suyo.

En vano, en el caso del Gobierno de España y, si Sánchez quiere buscarse algún consuelo, en el de otras cancillerías europeas: no la de Portugal, por ejemplo, que decretó su Estado de Alerta dos días antes que España pese a que apenas tenía consignados un centenar de enfermos.

 

 

Y aún hay más, en esa misma fecha, el experto en Salud Pública de la OMC visita físicamente el Ministerio de Sanidad para advertir de que COVID-19 es un virus del tipo cuatro, el más grave, pero recibe la indiferencia por respuesta: el Ministerio lo cataloga de "nivel 2".

Juan Martínez Hernández, el experto en cuestión, lo explica así en un artículo en El Mundo que da la clave final: ""El pecado original de la mala gestión de esta epidemia, no sólo en España sino por casi toda Europa, no fue un problema político sino técnico. En nuestro caso tiene su epicentro el 30 de enero, en una reunión en el Ministerio de Sanidad, en la que varios técnicos –no sólo el que ustedes piensan– sostuvieron, en contra de mi opinión, que el nuevo coronavirus es un agente del grupo 2. Yo mantengo que es un agente del grupo 4. Y ahí radica todo. Esa es la clave de toda la mala gestión posterior", explica en su demoledora exposición".

Europa también avisó

Por si esos tres avisos, y otros derivados de ellos que no dejaron ni dejan de llegar, no fueran suficientes, el 3 de enero la propia Comisión Europea lanzó uno desaconsejando, de manera expresa, la concesión de permisos a toda actividad de masas. Le hicieron caso omiso.

No solo conocían pero desecharon las alertas; sino que animaron a todos a sentirse seguros con mensajes quitándole importancia al COVID

No solo eso. Con toda información y los dramáticos ejemplos de China e Italia, además de no tomar ninguna medida alentaron lo contrario. "No hay que caer en el alarmismo", insistía el ministro de Sanidad, Salvador Illa. "En el mundo real la epidemia está absolutamente controlada", llegó a decir Pablo Echenique,  portavoz de Podemos y mano derecha del vicepresidente Pablo Iglesias.

"Absolutamente controlado"

Tanto se negó lo que, internamente, les constaba a las autoridades, que se llegó a persuadir a la opinión pública de que nada había que temer, logrando que la práctica totalidad de comunicadores y medios de España, de todas las tendencias, se creyeran ese mensaje de las autoridades y ayudaran a difundirlo convencidos de que ayudaba a mantener la calma y frenar una histeria innecesaria.

Todo ello permite afirmar que, cuando menos en cuatro ocasiones y de manera expresa, el Gobierno y el PSOE desatendieron las nítidas indicaciones de distintas instituciones y especialistas. Tampoco es discutible que, tras mostrar esa indiferencia, la epidemia se disparó, como muestra el gráfico con fechas elaborado por el especialista Álex R. Villalobos:

 

 

En conclusión, Moncloa sí consintió aglomeraciones de cientos de miles de personas que han disparado los contagios en un mes de marzo trágico y, además, lo hizo a pesar de las constantes y contundentes advertencias que aconsejaban tomar medidas y descartaban dar permisos que sí se concedieron. Todo, en fin, se hizo al revés y eso quizá explique que España, con el 0.6% de la población mundial, sufra el 20% de las víctimas mortales del planeta.

La bajada de contagios que se espera será, amén de una buena noticia, la última prueba de cuándo tuvo lugar el gran foco

Una última prueba lo evidenciará todo: la caída de contagios, que se espera para la próxima semana según fuentes sanitarias consultadas por ESdiario, será una gran noticia aunque el fenómeno diste mucho de pasar aún. Pero también confirmará, con más claridad si cabe, cuándo y por qué se produjo el contagio masivo en España. Ese que nos ha convertido en la triste capital mundial del coronavirus.