| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Alberto Garzón durante una comparecencia en el Congreso.
Alberto Garzón durante una comparecencia en el Congreso.

España llevaba ocho años reduciendo su consumo de carne hasta que llegó Garzón

El cambio de hábitos alimenticios en la sociedad, especialmente entre los jóvenes, ya se viene detectando desde 2012 sin que el ministro de Consumo tenga mérito alguno.

| A.I.M. España

 

Alberto Garzón trató de defenderse este jueves del terremoto ocasionado por su campaña contra el consumo de carne, menospreciada en tono burlesco por el propio Pedro Sánchez.

Afirmó el ministro de Consumo que no se trata de erradicar la carne de la dieta de los españoles sino de moderar su ingesta, pero ni por ésas. Las comunidades productoras, el sector cárnico y una parte del propio Gobierno se le echaron encima. 

La oposición acusa recurrentemente a Garzón de querer justificar su puesto en el Consejo de Ministros y su sueldo con iniciativas sin pies ni cabeza. Ésta, en concreto, no figuraba entre las campañas de publicidad institucional previstas por Consumo para este año. 

No al menos en esos términos, aunque el también líder de IU asegura que el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación estaba al corriente.

 

En el Plan 2021 de Publicidad y Comunicación Institucional aprobado por La Moncloa hay presupuestada una campaña para la "concienciación sobre la importancia de buenos hábitos de alimentación y reducción del consumo de bajo nivel nutricional" estimada en 150.000 euros. Pero nadie sospechaba que iría por los derroteros por los que ha ido. 

Ahora bien, ¿España es tan carnívora como la pinta Garzón? Cada vez menos. Pero el ministro de Consumo, intervencionista por su naturaleza comunista, cree que hay que acelerar el proceso. 

El Informe del consumo alimentario en España de 2020, que el Ministerio de Luis Planas publicó en junio, revela que los españoles llevaban desde 2012 reduciendo año tras año su consumo de carne sin necesidad de que Garzón se lo dijera.

De hecho, la tendencia se invirtió cuando él llegó al Gobierno. No por llevar la contraria al ministro de Consumo, sino porque la pandemia cambió los hábitos de los ciudadanos circunstancialmente. En concreto, el año pasado el consumo por persona se situó en 49,86 kilos de media, el 10,2% más que el año anterior.

El informe lo explica así: "La permanencia en casa por la pandemia conlleva un incremento de consumo de carne en 2020 que rompe la tendencia de descenso que se venía produciendo desde 2012, sin llegar al volumen consumido en ese año por el descenso de carne fresca y congelada. Con respecto al año anterior, el total de carnes incrementa 10,5 % en volumen, con crecimientos tanto en fresca (10,7 %) como congelada (20,4 %) y transformada (8,8 %)". 

El gráfico del descenso del consumo de carne del Ministerio de Agricultura.

 

Y continúa: "Si bien el año 2020 comenzaba con descenso de consumo de carne en el mes de enero, en febrero se detecta ya una evolución positiva que alcanza su máximo crecimiento en el mes de abril con una evolución en este mes superior al 30 % respecto al mismo mes del año anterior". Es decir, durante el confinamiento. 

Los expertos consideran que el peso de la carne en la pirámide alimentaria de los españoles está viéndose considerablemente reducida en la última década y que es un proceso imparable porque las nuevas generaciones tienen otros hábitos. Y eso no es cosa de Garzón. 

De hecho, son los mayores de 50 años los que más carne comen al año, en especial los de más de 65 años, con 61,92 kilos por persona al año. De manera que superan la media en 12,06 kilos al año. Y por contra los menores de 35 años consumen 13,14 kilos menos que la cantidad promedio.

Al menos en Unidas Podemos sí han cerrado filas con Garzón, que como el resto de ministros se sabe en una especie de reválida ante la próxima remodelación del Gobierno. El portavoz de Transición Ecológica de la coalición y coordinador de Alianza Verde, Juantxo López de Uralde, insistió en que éste es un debate "necesario e imprescindible", no solo de salud sino por el impacto de la ganadería intensiva en el medio ambiente.