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LA MIRILLA

Sánchez y Puigdemont, con cara de cabreados

El presidente de Junts, Carles Puigdemont, interviene telemáticamente, durante una jornada de trabajo del grupo de Junts.

El presidente de Junts, Carles Puigdemont, interviene telemáticamente, durante una jornada de trabajo del grupo de Junts.Europa Press

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Partido a partido. Así van a ser las relaciones entre Carles Puigdemont y Pedro Sánchez a partir de ahora. Nada nuevo bajo el sol. Siempre han sido así desde que arrancó la legislatura. El fugado en Waterloo sabe que es la mejor forma de sacarle todo el jugo a sus siete decisivos diputados que se sientan en el Congreso. A cambio, el sanchismo consigue que su líder siga en La Moncloa. Todos contentos, aunque pongan mala cara hacia el público. El chalaneo que despieza España. Junts, pero no revueltos. Virtudes públicas y vicios privados. 

Eso sí, los Presupuestos, si acaso, decimos que son prescindibles. Se prorrogan y aquí paz y, luego, gloria. Es viejuno eso que se aseguraba de que las cuentas públicas eran la verdadera moción de confianza de un gobernante, y que si no era capaz de sacarlas adelante, sólo tenía la solución de ir a elecciones. La “nueva normalidad” ha traído cambios que dejan huellas. Lo único importante una vez que se gana el poder es no perderlo. Eso es Sánchez. Además, no hay mal que por bien no venga: en lugar de estar la ministra Marisú Montero dedicada a cuadrar números, puede hacerle la vida imposible en Andalucía a Juanma Moreno. Lo importante es lo importante. 

A. M. BEAUMONT

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