| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El líder del PSOE, Pedro Sánchez.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez.

El turno de Sánchez arrastra a los suyos al "patriotismo de partido"

El presidente en funciones tuvo constancia de una operación en su contra que corría por sus filas, alentada por barones socialistas y la vieja guardia, incluido Felipe González.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

El PSOE ejerce de 'sanchista'. Como en tantas otras ocasiones. Todos y cada uno de los 121 diputados sentados en la bancada socialista rechazaban la amnistía. Sólo ahora, cuando la gobernabilidad de Pedro Sánchez ha quedado en manos de Carles Puigdemont, aprietan los dientes y reniegan de su autonomía de representación contra el sentir de una mayoría de los españoles, pero también de sus propias bases y simpatizantes. La prioridad es la reelección de su líder y todo lo demás queda supeditado a ese fin.

"El ruido queda fuera del PSOE, extramuros". Eso es al menos lo que defiende Ferraz tras remangarse para entregar Sánchez el aval de todos los secretarios generales provinciales. El líder exhibe ya un espaldarazo en forma de manifiesto a un nuevo Gobierno de coalición encabezado por él, aunque sin citar que una investidura requerirá de los votos de ERC y de Junts, como tampoco menciona la amnistía. Y Sánchez añade además el respaldo activo de José Luis Rodríguez Zapatero que contribuirá a servir de contrapunto al rechazo explícito de otro ex presidente, Felipe González. A partir de aquí, pista libre.

Los expresidentes del Gobierno Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero

Sánchez configuró un grupo parlamentario de fieles. El secretario general del PSOE se encargó de llenar las Cortes de ministros y cargos del partido de su total confianza, siendo perfectamente consciente de lo quebradiza que podía resultar la unidad tras el 23-J. El ambiente ante el reto de las pasadas generales llegó a constatarse tan sombrío como para aplicar todas las cautelas. Sánchez priorizó rodearse de un equipo al 100 por 100 suyo por lo que pudiese pasar.

Es más, el presidente del Gobierno supo de una operación en su contra tras la debacle de las municipales y autonómicas de mayo. "Pedro nos destrozó el 28-M al nacionalizar la campaña electoral y luego él fue capaz de solventar la suya con entrevistas", rememoran altos cargos territoriales conocedores de las maniobras existentes en los días previos al resultado de las generales. El plan se resumía en forzar a Sánchez a la convocatoria de los órganos del partido para emprender su relevo ordenado en un congreso extraordinario. Entre los implicados, numerosos barones y, desde luego, la "vieja guardia" encabezada por González.

Los involucrados estaban listos para lanzarse a una nueva guerra civil. Contra cualquier pronóstico, todo aquello quedó en nada ante el sorpresivo desarrollo de los acontecimientos con la resistencia del PSOE en las urnas y una victoria insuficiente del PP que, con 137 escaños en su haber, no suma, ni en compañía de Vox, la mayoría necesaria para gobernar.

 

Con la aritmética en la mano, llegó la unanimidad en cerrar el paso a Alberto Núñez Feijóo. El Grupo Socialista es enteramente de Sánchez y responde únicamente ante él, aunque, una vez asumido el camino hacia una amnistía, los ánimos estén más que bajos entre quienes ven todo tipo de complicaciones para esta XV Legislatura, si es que coge vuelo. La repetición electoral revolotea sus cabezas. Porque, además, Ferraz engrasa la maquinaria. "El sanedrín anda tensionando todas las estructuras del partido", admiten en las federaciones.

Aplicados a su manual, Sánchez y sus adláteres quieren creer que las apelaciones a la "convivencia" convertida en la columna vertebral de la estrategia gubernamental apagará la convulsión interna de lograr la investidura, porque tendrían al menos dos años por delante hasta unas nuevas generales. En sus filas son, desde luego, más pesimistas que su propio jefe. El vértigo abarca estamentos socialistas, donde cunde una sensación de "apretémonos los cinturones, que vienen curvas".