El mayor riesgo de recaída para un exfumador no es el tabaco: la ciencia revela cuál es
Un estudio que ha seguido a casi 2.000 exfumadores revela la verdadera causa de la caída en el tabaco. Se necesitan más herramientas públicas de acompañamiento emocional

(FOTO ARCHIVO) Una persona fumando
Dejar de fumar no es solo una cuestión de voluntad o de fuerza mental. La verdadera batalla, según la ciencia, está en el agotamiento psicológico que supone mantenerse lejos del cigarrillo día tras día. Y ese cansancio, más que las ganas de fumar o la falta de confianza, es el mayor factor de riesgo para volver a recaer, según un nuevo estudio internacional publicado en la revista Addiction por la Universidad de Deakin (Australia).
El trabajo, que siguió a casi 2.000 exfumadores adultos en Australia, Canadá, Inglaterra y Estados Unidos, concluye que la llamada 'fatiga psicológica por dejar de fumar' es el predictor más confiable de recaída. En otras palabras, los exfumadores no suelen volver al tabaco por falta de fuerza de voluntad, sino porque están mentalmente agotados por la vigilancia constante que requiere mantenerse libre de humo.
Los investigadores descubrieron que, incluso años después de haber dejado el tabaco, cuando los síntomas de abstinencia ya se han superado y algunos incluso vapean para aliviar la ansiedad, el desgaste mental sigue siendo decisivo.
El cansancio acumulado por el esfuerzo continuo de resistirse al cigarrillo puede llegar a un punto en el que supera la motivación y las habilidades de afrontamiento, provocando finalmente la recaída.
El estudio revela que, dos años después del seguimiento, el 9,2% de los exfumadores había vuelto a fumar. Pero la diferencia es clara: quienes mostraban mayor fatiga psicológica tenían un 64% más de probabilidades de recaer que los que no manifestaban ese agotamiento.
Aunque las ganas de fumar y la baja confianza en mantenerse abstinente también influyeron, la fuerza predictiva de la fatiga resultó ser aún más determinante.
El autor principal, el doctor Hua Yong, explica que 'dejar de fumar es notoriamente difícil. Alrededor del 95% de los intentos sin ayuda acaban en recaída, y ni siquiera los tratamientos basados en la evidencia, como los parches de nicotina, garantizan el éxito'.
Por ello, Yong propone que esta 'fatiga por dejar de fumar' se utilice como una señal de alerta médica, para detectar un tiempo a los exfumadores con mayor riesgo de recaída y ofrecerles apoyo psicológico o sanitario antes de que vuelvan al hábito.
'Podríamos incorporar la evaluación de la fatiga en los controles de salud rutinarios y brindar intervenciones preventivas cuando sea necesario. También se debería recomendar a los exfumadores que busquen ayuda en cuanto comiencen a sentirse agotados', subraya el investigador. Aunque el estudio se centra en el plano psicológico, sus conclusiones dejan entrever otra realidad: falta apoyo real a quienes dejan de fumar.
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Mientras los gobiernos presumen de aviones antitabaco, la mayoría de exfumadores siguen enfrentándose solos a un proceso largo, desgastante y con pocas herramientas públicas de acompañamiento emocional. La ciencia ya lo ha dicho: el enemigo no siempre es la nicotina, sino el cansancio de luchar contra ella en solitario.