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7 normas sobre recoger setas en España que parecen inventadas (pero no lo son)

Desde multas por usar una bolsa de plástico hasta prohibiciones de salir al monte después del atardecer: estas son las reglas más curiosas que regulan la recolección de setas en España (según las comunidades autónomas y expertos micológicos)

Recoger setas es una tradición otoñal muy popular en España, pero conviene conocer las normas que regulan esta actividad para proteger el bosque.

Recoger setas es una tradición otoñal muy popular en España, pero conviene conocer las normas que regulan esta actividad para proteger el bosque.Getty Images

Patricia de la Torre
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Recoger setas parece una afición inocente, pero en muchas zonas de España es una actividad tan regulada que puede sorprender incluso a los más expertos. Horarios, tipos de cesta, permisos e incluso el modo en que cortas el ejemplar están controlados.

Estas son las normas más curiosas (y completamente reales) que te pueden multar si no cumples, según las comunidades autónomas y los expertos. Puede que algunas te parezcan exageradas, pero todas tienen un motivo: proteger el monte, garantizar la seguridad y asegurar que cada otoño siga habiendo setas para todos.

La Junta de Andalucía, por ejemplo, especifica que la recolección solo puede hacerse desde la salida hasta la puesta del sol. Es decir, nada de aventurarse al bosque de noche, aunque lleves frontal. La norma busca evitar accidentes y preservar la fauna nocturna, pero sorprende descubrir que el monte tiene literalmente un horario de apertura y cierre para seteros.

Tampoco puedes coger la seta de cualquier forma. En la Comunidad de Madrid se recomienda cortarla por la base con un cuchillo o navaja, en lugar de arrancarla, y en los Montes de Valsaín (Segovia) está directamente prohibido arrancar ejemplares con el micelio adherido, según el Boletín Oficial del Estado. La razón es ecológica: el micelio es el verdadero cuerpo del hongo, y si lo dañas, puede que el año siguiente el bosque produzca menos setas. Pero, dicho así, sí: hay una forma "legalmente correcta" de cortar una seta.

La misma Comunidad de Madrid establece otra norma curiosa: no se pueden usar bolsas de plástico. En su web sobre seguridad alimentaria explican que las setas deben transportarse en cestas de mimbre o recipientes ventilados, para permitir que las esporas se dispersen mientras caminas y así el bosque se repueble. Además, dentro de una bolsa las setas se recalientan, fermentan y se estropean. Lo que parece una manía estética (lleva cesta que queda más bucólico) tiene, en realidad, una lógica ecológica bastante sensata.

Las sorpresas continúan cuando descubres que no todas las setas del bosque son "de todos". En Castilla y León, a través del proyecto público Micocyl, y en comunidades como Aragón, los propietarios de terrenos forestales pueden acotar zonas de aprovechamiento micológico y exigir permisos de recolección. Eso significa que si entras en un monte sin autorización y llenas la cesta, puedes enfrentarte a una multa de hasta 3.000 euros. No importa que no hubiese nadie: si el terreno está acotado, las setas tienen dueño.

Además, no puedes llevarte todas las que quieras. En Aragón, por ejemplo, la normativa autonómica fija un límite de tres kilos por persona y día para consumo propio. Si superas esa cantidad, se considera recolección comercial y necesitas otro tipo de licencia. El objetivo es evitar que recolectores profesionales arrasen con lo que debería ser una actividad recreativa y sostenible.

Y por si fuera poco, en algunas comunidades se indica incluso qué setas conviene dejar en el bosque: las demasiado jóvenes, porque podrían confundirse con especies tóxicas; y las muy maduras, porque ya no son aptas para el consumo y cumplen una función ecológica esencial al liberar esporas. Lo detalla también la guía de la Comunidad de Madrid, que insiste en que recolectar ejemplares en mal estado o inmaduros "perjudica la regeneración del recurso."

En definitiva, las normas no están para fastidiar al recolector, sino para cuidar un recurso natural que cada año sufre la presión del turismo micológico. Seguirlas no solo evita multas, también ayuda a que el bosque siga vivo, y las setas vuelvan a salir.

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