| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Loco Gatti y Pedrerol, en El Chiringuito.
Loco Gatti y Pedrerol, en El Chiringuito.

Florentinettes

Una vez publicada la carta de Zidane, los florentinettes han salido de paseo como las mocitas alegres y risueñas del himno del Madrid a defender a su amado líder, Florentino Pérez.

| Miguel Queipo Deportes

Fue el tuitero Errati quien se inventó a finales de mayo de 2019 el término Pedrette, neologismo de la jerga internetera. En su tercera acepción, Errati lo define así. “Dícese del periodista que aspira a construir una carrera profesional a través de la adoración a Pedro Sánchez, a impulsarla o a magnificarla y a conseguir prebendas para sí mismo y/o para su medio de comunicación”. El término ha dado el salto al deporte.

Porque desde ayer, cuando el Diario AS publicó la carta de despedida de Zinedine Zidane, los florentinettes han salido de paseo como las mocitas alegres y risueñas del himno del Madrid a defender a su amado líder, Florentino Pérez, ¡viva Venezuela! Con un argumentario, por supuesto, destinado a tipos sin siquiera el graduado escolar porque no hay por dónde cogerlo. Claro, que conociendo a los ideólogos del régimen tampoco es que se lo puedan currar más; de donde no hay, no se puede rascar.

 


La carta de despedida de Zizou, impecable en las formas y en el fondo, ha provocado un terremoto galáctico entre la guardia pretoriana del florentinismo más casposo. El hilo argumental del discurso de florentinette es básico. No hace falta que les enlace a ningún medio concreto, porque todos tienen estos días al menos a un florentinette de guardia achicando agua: AS, Marca, El País, El Mundo, ABC, El Español, la SER, COPE, Onda Cero, El Confidencial, Mediaset y Supersport, A3Media, RTVE, Telemadrid...

Entren en su medio favorito, busquen al florentinette de guardia y verán cómo en todas partes cuentan lo mismo, es lo que tiene pertenecer al Ejército de Salvación. Por ejemplo, que Zidane es un traidor porque no hace autocrítica. No hace autocrítica alguien que ha renunciado a un trabajo relativamente bien pagado, 12 millones de euros netos anuales, después de no haber ganado nada este año. Lo mismo la autocrítica debía ser dimitir del cargo e invitar a aceitunas, pero nunca lo sabremos porque el argumentario se quedó ahí y los florentinettes no van a renunciar a sus trabajos para ponerse como ejemplo, vaya por Dios.

Sigamos. Zidane es un señor que se queja de que no le permiten edificar un proyecto a futuro pero que no apuesta por la chavalería que le han traído. Una chavalería que, salvo contadísimas excepciones, no sirve ni para asfaltar caminos vecinales, pero que sí ha dejado un reguero de millones de euros dispersos por las más variopintas localizaciones. 

Además, Zidane es un señor que pidió la vuelta de Odegaard y se lo ha cargado, cuando Zizou tuvo diferencias más que notables con el noruego (y sobre todo con su padre) desde que entrenaba al Castilla. Zidane, por supuesto, dejó ir al Atlético a Marcos Llorente porque le robó la novia a su hijo Enzo, chorrada surgida en Twitter por parte de personajillos siniestros en la órbita del club, de esos que aseguran ser insiders pero sólo venden insidias, que diría Rajoy. 

Precisamente imbecilidades como esta última son las cosas que han hecho explotar a Zidane. Las florentinettes no sólo trabajan en medios de comunicación, sino que también sesgan el mensaje en las redes sociales a cambio de prebendas varias. El francés avisó antes del partido con el Huesca, recién recuperado de su episodio de COVID, de que estaba harto de mensajes a través de otros. “Que me lo digan a la cara”. Las florentinettes, entonces, dijeron que era un ataque a la Prensa, cuando era un mensaje rotundo, redondo, a la entidad: si me queréis echar vais a tener que bajar del pedestal y decírmelo a la cara.

Zidane tenía entonces la sartén por el mango. Las depauperadas cuentas del Real Madrid, de nuevo intentando sacar migajas del fondo buitre Providence y aplazando los pagos de sus 220 millones en ICOS, no podían permitirse el pagar los 23 millones de euros que costaba el finiquito de su entrenador a final de temporada, así que los florentinettes tenían que triturarle para que, como ha acabado sucediendo, Zidane estuviera tan harto de estar harto que diera un paso al costado. Misión cumplida. Claro, que nadie contaba con la carta de Zidane y la exposición, sin disfraz, de los florentinettes ante los ojos del madridismo.