| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso
Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso

La guerra interna del PP deja en el aire el liderazgo de Casado

La división en Génova provoca que Ayuso vaya a por todas con los barones autonómicos exigiendo responsabilidades

| Esther Jaén España

Hace apenas dos semanas Pablo Casado y Teodoro García Egea, presidente y secretario general del PP respectivamente, acariciaban con las yemas de los dedos la caída del Gobierno Frankenstein, con Pedro Sánchez a la cabeza, por errores propios y con alguna “ayudita” ajena de los dos diputados tránsfugas de UPN, de la que parecía que sí tenían noticia en la cúpula del PP. Sin embargo, un error humano (según han acreditado los servicios informáticos de la Cámara) del diputado Alberto Casero, salvó la cara del Gobierno Sánchez y sus precarias alianzas y sembró la duda sobre el PP y su capacidad gestora y tuvo -según fuentes de populares- su impacto en la campaña de Castilla y León. 

También tuvo su impacto – y no poco a juzgar por los comentarios de dirigentes populares- la visita de Isabel Díaz Ayuso a tierras castellanoleonesas y, concretamente, su apuesta por pactar con Vox antes que con otras fuerzas. De hecho, desde el PP aseguran que el retroceso de la intención de voto para el candidato Alfonso Fernández Mañueco, tras las palabras de Ayuso, servidas a domicilio, no fue precisamente pequeño. Entre “Ayusers” y “Casaders”, al pobre Alfonso Fernández Mañueco le dieron una campaña de pesadilla… ¡Y lo peor estaba por llegar! 

Visto el resultado, por debajo de las expectativas no ya de Mañueco, sino de Casado y su entorno, el entourage de Ayuso se decidió a atacar y aflorar una trama de espionaje, al peor estilo de “Anacleto, agente secreto”, orquestado supuestamente desde Génova y ejecutado por el que fuera Director General de coordinación de la Alcaldía de Madrid, Ángel Carromero, única cabeza que ha rodado hasta el momento en la familia genovesa, en calidad de cortafuegos del propio alcalde, José Luis Martínez Almeida, puesto que solo el alcalde de Madrid ha ofrecido su cabeza, no así el propio Casado, que lo mantiene -al cierre de esta edición- al frente de la presidencia del Comité Electoral del PP de Madrid. 

Aun así, al alcalde de Madrid le siguen exigiendo explicaciones que no ha dado, tanto sus rivales políticos, como su socia en el Gobierno, Begoña Villacís. La situación no sólo ha hecho un roto en la coalición de gobierno municipal, sino que ha puesto en bandeja a la oposición en la Comunidad de Madrid, Más Madrid, PSOE y  Unidas Podemos, un elemento de ataque y desgaste de la presidenta Ayuso. 

El líder socialista madrileño, Juan Lobato, se estrenó en la sede federal socialista el pasado jueves, con una rueda de prensa en la que anunció su intención de llevar ante la fiscalía los contratos del hermano o de cualquier otro familiar de Isabel Díaz Ayuso,  relacionados con la Comunidad de Madrid, así como la petición de la creación de una Comisión Parlamentaria de Investigación, cuya puesta en marcha dependerá de la voluntad de Vox, que hasta la fecha guarda silencio, pero tiene en su mano ponerle las cosas más fáciles o menos a Ayuso.

A quien se le ha puesto todo color hormiga ha sido al propio presidente, Pablo Casado. A él le exigen la cabeza de García Egea. Y si accede a darla, se quedará sin su fiel escudero que daría por él la vida hasta el punto de habérsela complicado más de la cuenta. 

Ayuso denuncia, y se niega a retractarse, que García Egea la chantajeó y propició el espionaje a ella misma y a sus allegados. 

Ayuso denuncia -y se niega a retractarse- que García Egea la chantajeó y propició el espionaje a ella misma y a sus allegados. Ante tamaño descalzaperros y la comparecencia reciente de Casado en el programa “Herrera en COPE”, hablando de los hechos posiblemente delictivos y a todas luces poco ejemplares de Ayuso, a su juicio, los votantes del PP no entienden nada y los que son claramente partidarios de Ayuso en esta guerra fratricida dentro de la familia popular, se fueron a vitorear a Ayuso y a exigir la dimisión de Casado y Egea a la puerta de Génova 13. Entre 4000 y 5000 almas estuvieron dándolo todo y tratando de quitárselo a la actual cúpula del PP. 

Pero ya llovía sobre mojado: el día anterior el barón gallego, Alberto Núñez Feijoo enseñó los dientes y lanzó un ultimátum: o se buscaba una solución consensuada o esto iba a acabar en Congreso Nacional. Aunque Feijóo no ha dicho en ningún momento que él pretenda tomar las riendas del partido, en el PP son muchos los que piensan que, si decide hacerlo, al actual presidente, elegido en primarias, le quedarían tres telediarios. 

Quizás por ello Casado no consensuó (porque Ayuso se niega a consensuar una versión que no sea la suya de los hechos) pero sí intentó taponar la crisis, dando por buena la versión de Ayuso -la misma que tan solo un día antes no daba-  y convocando para este lunes una reunión del Comité de Dirección, donde solo cabe encontrar fieles casadistas, para medir el siguiente paso a dar. 

Dentro del PP crece la desazón y la sensación de que Casado es cada día más frágil, entregue o no la cabeza de Egea, y el presidente del PP tiene un margen muy estrecho para reflotar su imagen y el rumbo que, hace apenas un par de meses, apuntaba hacia la Moncloa invariablemente. Hoy, desde la Moncloa, asisten al espectáculo servido por los populares comiendo palomitas, aunque descartan tajantemente un adelanto electoral para pillar con el pie cambiado y la guerra abierta al PP de Casado y Ayuso. Tampoco en el Gobierno es oro todo lo que reluce.