El hombre al que Putin no pudo matar cae ante a los chupitos del doctor Carballo

El mundo se encuentra en crisis tras el inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Los bombardeos de Vladimir Putin y sus incursiones militares indican que el presidente ruso es un líder sin escrúpulos.

Tampoco tiene ningún tipo de problema en recurrir a tácticas de guerra para eliminar a sus rivales políticos. Es el caso de Alekséi Navalny. Para librarse de él, Putin intentó envenenarlo. 

En un vuelo a Moscú, Navalny sufrió fuertes dolores tras haber ingerido únicamente un té esa mañana. Este suceso, que tuvo lugar en agosto de 2020, causó gran conmoción mundial y diversos líderes internacionales presionaron a Putin para que su opositor fuese trasladado a un hospital de Berlín.

Las claves del caso Navalny en "El hombre al que Putin no pudo matar"

Después de conseguir que Navalny fuese tratado en la capital alemana, el grupo de investigación Bellingcat demostró que había sido envenenado por un escuadrón de asesinos del FSB, el Servicio Federal de Seguridad que sustituyó a la KGB tras la disolución de la Unión Soviética.

Por si no fuera suficiente, el veneno administrado a Alekséi Navalny era el arma química prohibida Novichok. Esta historia de espionaje internacional sufre un nuevo giro cuando uno de los posibles asesinos confiesa al opositor ruso cómo le administró el veneno.

Todas estas claves fueron analizadas este domingo en el documental El hombre al que Putin no pudo matar que emitió La Sexta y que registró datos de 6.9% de share y 942.000 espectadores, mejorando las cifras de la semanba anterior (con un especial sobre Volodomir Zelensky que hizo 5.6% y 901.000).

El doctor César Carballo en el "Cuarto Milenio" de Iker Jiménez

Algo que no le impidió ser lo menos visto de la noche por detrás incluso de Cuatro por la mínima, ya que Cuarto Milenio anotó un 6.9% de cuota pero 1.119.000 espectadores. En una noche en la que Iker Jiménez contó con la colaboración del mediático doctor César Carballo, adjunto de Urgencias del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, que relató cómo fue su experiencia con su primer paciente como residente en un servicio de urgencias. Cuenta que se había intentado suicidar bebiendo líquido anticongelante del coche, y para contrarrestar lo que había ingerido (y evitar que se quedara ciego), tuvieron que administrarle alcohol etílico, pero el que tenían en el hospital tenía demasiada graduación. Compraron whisky y se lo administraron vía oral.